ASUNTOS DE
ESTADO
Jose
Francisco Sastre García
Hasta mis
oídos han llegado groseros rumores sobre lo que las malas lenguas comentan
acerca del artículo que titulé "Conan el Inspector", y me tachan de
mentiroso y hereje, amén de otras cosas peores que prefiero no mencionar aquí,
por meterme con el "cimmerio". Puesto que no quieren caldo, aquí
tienen tres tazas.
En esta
ocasión nos toca examinar la parte del documento de Santo Roberto de Howard
dedicada al Estado Central que gobierna la era hybórea; en concreto, veremos
los dimes y diretes, correveydiles y cotilleos que figuran en la obra de este
santo laico acerca de los altos cargos de tan peculiar Gobierno.
Por
ejemplo, Isthar. La ministra de relaciones públicas es el modelo perfecto de
"trepa" nata, que aprovecha todas las oportunidades que ve para
elevarse de un cargo a otro hasta llegar a la cima, sin importarle demasiado lo
que haya de hacer o con quien haya de hacerlo.
Su carrera
política comenzó cuando la actual oposición ostentaba el poder, es decir, Set y
compañía: Jhil, Gullah, Ajujo, el dios araña, Shuma-Gorath, etc. Se lió con
todos y cada uno de los miembros del partido, lo cual, aunque pueda parecer
pervertido, no lo era tanto, ya que a pesar de ser ninfómana, no era tonta: el
dios araña en realidad no era una araña, sino UN araña, así como Set no era
realmente una serpiente, sino un tipo muy ladino que se las sabía todas.
Sin
embargo, llegó un salvaje, el rey Kull, que decidió cambiar la situación y
limpiar el mundo thurio de la gran cantidad de funcionariado que pululaba por
el continente: los hombres serpiente. Este hecho provocó la caída del Gobierno
de Set, y la ascensión al poder de Mitra. Este, a su vez, nombró a Asura su
vicepresidente por motivos básicamente personales (ambos eran de la otra acera,
ya me entendéis), y a varios de sus ayudantes como ministros, despreciando a
Isthar.
Esta buena
mujer, para conseguir sus propósitos de llegar a elevarse mediante un rápido y
nada ortodoxo ascenso hasta la cima del poder, tuvo que comenzar de nuevo desde
la base: pasó por funcionarios, secretarios y subsecretarios, entre los que se
contó Conan antes de ser enviado en misión demográfica a la era hybórea (ya
sabemos cómo era el "cimmerio", así que no debería resultarnos
extraño), hasta llegar a los ministros, consiguiendo que el Presidente, por
aburrimiento, la concediera a su vez el cargo de ministra de relaciones
públicas. A partir de ese feliz momento se lió con muchos ministros, entre los
que se contaba Bel, el ministro de Hacienda, el cual era tan sumamente
inteligente, que sabía cómo vaciar las arcas hybóreas para engrosar las
gubernamentales y, de paso, las suyas propias, sin despertar la más mínima
sospecha acerca de sus intenciones.
La recién
ascendida intentó también ligar con Crom, ministro del Interior, pero éste fue
uno de los pocos que resistió sus encantos: era demasiado cascarrabias para
pasar por semejante aro, así que la mandó a freír monas. Por cierto, en cuanto
a este oscuro personaje, tenía tan mala sangre y se ensañaba de tal manera con
sus subordinados, que acababa por deshacerse de ellos sin escrúpulos ni
contemplaciones. Por ejemplo, a Epemitreus, aquél que duerme en Golamira (vaya
usted a saber dónde se encontraba tal lugar), después de que enviara a Conan a
Antilia, no se le volvió a ver nunca más. El motivo fue que Crom se mosqueó
soberanamente con él al ver que era un vago, perezoso y dormilón, por lo que le
llamó a su presencia y le hizo desaparecer de un plumazo (más bien, le fulminó
con uno de esos rayos a los que es tan aficionado).
Finalmente,
Isthar, hambrienta de poder, decidió que la presidencia estaba al alcance de
sus manos, por lo que inició un "acercamiento" a Mitra y Asura; pero
el tiro le salió por la culata, ya que ambos eran inmunes a sus encantos; de
hecho, había entre ellos una relación bastante más estrecha que la simplemente
amistosa o política. Esto enfureció a la ministra, que terminó por comprender
que jamás podría pasar del cargo que ostentaba en aquel momento.
En el
ínterin, Set, encabezando el partido de la oposición, pedía la dimisión de
Mitra una y otra vez por considerar que un presidente afeminado y blandurrio no
merecía el cargo que tenía, que lo estaba haciendo todo muy mal, que hacía
falta alguien más viril como, por ejemplo, él (la situación me recuerda a
alguien conocido...), etc.; hubo continuas mociones de confianza, y las
disensiones entre los miembros del Congreso y el Senado de ambos partidos
llegaron hasta el punto que la oposición intentó varios golpes de Estado, hasta
que se salió son la suya.
Posteriormente,
Set se cambió el nombre por el de Satanás, y gobernó el mundo medieval, oscuro,
tenebroso, hasta que llegó Mitra de nuevo y le echó del cargo. Esta vez, le
tocó a él cambiarse el nombre, por lo que a partir de aquel momento se le conoció
como Dios. Supongo que todos estos cambios se debieron a consideraciones de
marketing, ya sabéis, cuestión de estética.
Bueno,
esto es todo por esta vez. Quizás haya próximas ediciones, si mis detractores
deciden dejarme tranquilo, o incluso a pesar de ellos.
Con un
poco de suerte, quizás Isthar se fije en vosotros y podáis disfrutar de su
compañía. ¡Que así sea!
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