EL PUEBLO ALADO
ENTRE LA FICCIÓN Y LA REALIDAD
José Francisco Sastre García
Desde
tiempos inmemoriales las más antiguas tradiciones, mitos y leyendas hablan de
unos seres muy especiales que compartirían territorio con nosotros: estamos
hablando del pueblo alado, de una humanidad o criaturas inteligentes de aspecto
humanoide con alas y, por supuesto, la capacidad de volar o planear.
Evidentemente, a la luz de los conocimientos y la tecnología actuales, a
cualquiera que planteara tal cosa se le tacharía de loco, semejante afirmación parecería
un desaforado desatino, la simple alucinación de una mente calenturienta o
demasiado imaginativa. En realidad, ¿de qué estaríamos hablando? Hagamos un
repaso por los aspectos más interesantes de este fenómeno.
TRADICIONES
En
las antiguas civilizaciones existen una gran cantidad de mitos y leyendas que
hacen referencia, como ya se ha comentado en el párrafo anterior, a unos
emisarios de los dioses de apariencia humana pero con la singularidad de poseer
alas y volar como los pájaros, o los murciélagos, según las variantes que
contemplemos. Estos emisarios suelen ser reflejados, en general, tan materiales
como cualquier ser humano, aunque en ocasiones, como la tradición cristiana de
los ángeles, estos seres, emanados
directamente de la religión judía y con una naturaleza netamente material
demostrada en el hecho de que en el alba de los tiempos un grupo de ellos se
relacionan con las mujeres humanas para dar origen a los gigantes de la
antigüedad, los Nephilim (Sepher Ha Zohar, Génesis, Libro de Enoc…), devendrán
en seres etéreos que, lejos de comportarse como las huestes guerreras de
Yahveh, adoptarán actitudes más pacíficas y solidarias con la humanidad. Y, por
supuesto, los demonios, aunque
puedan parecer otra cosa, no son en realidad más que ángeles caídos, y por
tanto su figura es idéntica a la de los servidores de Dios / Jehová, aunque
posteriormente la Iglesia les asignara alas de murciélago. Entre estas deidades
se encuentra una, extraída de los mitos babilónicos al igual que Baal, Moloch y
tantos otros: Pazuzu, cuya representación es igualmente sugerente.
De
hecho, éste es el único caso en que el pueblo de los cielos se evapora hacia lo
etéreo de esta manera: no tenemos más que fijarnos, sin ir más lejos, en los
hombres alados babilonios conocidos en la mitología de los pueblos
mesopotámicos como annunaki, en los
que figuran en las tablillas Rongo-Rongo de la Isla de Pascua, o en los que
aparecen en las leyendas precolombinas, representados por doquier en telas,
objetos de cerámica, etc.; sin ir más lejos, en la Puerta del Sol de Tiahuanaco
aparecen no uno ni dos, sino 48 en perfecta formación. Y tanto en un caso como
en otro se trata de una cultura civilizadora, que traerá conocimientos a los
humanos de una forma mucho más terrenal y no tan “espiritual” como la
cristiana. Como complemento material a estos mitos, aparte de las imágenes
grabadas o pintadas, en el desierto de Ocucaje, en Perú, apareció una
estatuilla que representaba a un ser alado.
Las
culturas andinas cuentan a su vez la leyenda de los Condorazos, otro grupo de hombres alados civilizadores que recorren
grandes distancias por todo el orbe terrestre en busca de una humanidad a la
que enseñar nuevos conocimientos que les ayuden a progresar.
En
relación a estos mitos precolombinos podríamos sospechar, incluso, que la celebración
tradicional del ritual de los hombres voladores mexicanos no sería otra cosa
que la rememoración de una era ancestral en la que la humanidad contemplaba
cómo otros como ellos ascendían y descendían en las corrientes de aire
sustentados en sus alas.
A
su vez, entre los iroqueses y los chipewwa / ojibwa de Norteamérica se relata
la leyenda de la venganza que un niño tomó contra un gigante que devoraba a los
miembros de su tribu; al invocar a los
dioses para que lo ayudaran, éstos decidieron enviar a 100 hombres alados que
acabaron con el malvado.
Y
aunque los dioses como tales no tienen demasiada cabida en este artículo puesto
que estarían muy por encima de cualquier expectativa mortal, quedémonos en el
antiguo Egipto y observemos que la diosa Isis
es representada a menudo con alas, lo cual resulta cuando menos sorprendente
habida cuenta de que a ninguno de los otros dioses (Osiris, Horus (dios halcón),
Anubis, Sekhmet, Bastet, Thoth (Dios ibis)…) se le da este tratamiento.
¿Casualidad?
Viajando
a las Filipinas nos encontramos con otra leyenda, tal vez viviente, acerca de
unas criaturas llamadas Alans, de
las que se dice son mitad hombre mitad murciélago, y que viven en lo más
profundo de las selvas, donde al parecer se pasan gran parte de los días colgados cabeza abajo. Poseen un rasgo
destacable que los hace distintivos, y éste es un largo dedo en forma de garra en sus
extremidades anteriores (otras descripciones lo sitúan en sus pies)
con la función de sujetarse a las ramas de los árboles. Según los nativos y las
leyendas filipinos, estas son criaturas a menudo pacíficas, que han establecido
una amistosa relación con ellos. El folklore propio de esta zona habla incluso
de historias de niños humanos abandonados en la jungla y adoptados por los Alans.
Pero
no todas las leyendas son tan benévolas: en los mitos grecolatinos nos
encontramos con dos ejemplos de hostilidad hacia la especie terrestre. Nos
estamos refiriendo a las arpías (o
harpías) y las sirenas que, a su
vez, conforman un cuadro ligeramente distinto con respecto al resto de las
tradiciones, que contemplan seres de aspecto razonablemente humano con el
añadido de las alas.
En
el caso de las arpías nos encontramos ante unas criaturas de cuerpo de
murciélago y cabeza de anciana, según Virgilio, o de mujeres aladas de larga y
suelta cabellera según Hesíodo, que atacan de forma inmisericorde a todo aquel
a quien divisan: según algunos autores son antropófagas, mientras que otros
hablan de seres carroñeros e incluso meramente atormentadores.
Acerca
de las sirenas, tal vez haya quien piense que no tiene sentido alguno hablar de
ellas en este artículo, pues la imagen tradicional que se tiene de ellas es la
de hermosas mujeres con la mitad del cuerpo inferior en forma de cola de pez.
Bien, ésta es una imaginería que surgió en la Edad Media por intercesión de la
Iglesia para reforzar el carácter pecaminoso y tentador de la mujer.
En
realidad, esta apariencia y la original sólo tienen en común una cosa, su voz
melodiosa, arrulladora, hipnótica, que atrae a los marineros a su perdición.
Pues para los griegos se trataba de seres de cuerpo de ave rapaz con una cabeza
femenina. Y ni que decir tiene que, al igual que las arpías anteriormente
mencionadas, también algunos autores aluden a su antropofagia.
Asimismo,
encontramos la misma agresividad, o incluso mayor, en América: entre los indios
arawak del Norte de Guyana existe la creencia de que la
llamada "Montaña del Murciélago" está habitada por “murciélagos
asesinos”, y existe una figura similar en
el folklore de Venezuela. Los demonios-murciélago que se dedican a decapitar
a la gente aparecen en varios mitos de la
región Amazónica y más al sur, en el gran Chaco del norte de Argentina. El
folklore de los Ge, una tribu del Brasil, habla de unos “indios” que
tenían alas y salían sólo de noche. Volaban
como los murciélagos y mataban con "hachas de ancla" o "machetes
de luna". En otro cuento se dice que la humanidad recibió las hachas
ceremoniales de los murciélagos, que las usaban para decapitar. La forma
de las hachas es la misma que la que tienen los cuchillos para sacrificios que
a menudo vienen representados en el antiguo arte Mochica de los Andes Centrales.
Al parecer, estos habitantes del Alto Tocantins eran conocidos como Cupendipes
y habitaban en el interior de una caverna, en una colina. A este respecto, se
narra una antigua historia que viene a decir lo siguiente: “Un día, los
Apinaye, tras reunir a los guerreros de diez aldeas, se decidieron a atacarles.
Llegaron a la colina y taparon las entradas de la caverna con paja seca a
la que, a continuación, prendieron fuego. En ese ataque mataron a un viejo Cupendipe
y apresaron a un niño que, como no tenía alas, no
pudo huir. Para capturarlo, los Apinaye tuvieron que entrar en la caverna.
Después de una prolongada búsqueda, y tras batir con largos palos todos los
rincones de la cueva, lo encontraron colgado en
un saliente del techo, como si fuese un murciélago.
Los Apinaye, que deseaban criarlo, se lo llevaron a la aldea. Sin embargo,
fracasaron en su intento. El pequeño Cupendipe,
que lloraba a todas horas, rehusaba todo tipo de alimentación excepto el maíz y
no se acostaba para dormir. Los Apinaye se acordaron entonces de la posición en
que lo habían encontrado y pusieron en el suelo dos palos atravesados por
una vara. Así consiguieron que el niño, colgado boca abajo, durmiera un poco.
Finalmente, unos pocos días después de haber llegado a la aldea, murió”. En
esta misma zona se conserva también la leyenda acerca del Hik’al, el
hombre-murciélago oscuro.
Pero no creamos que estas tradiciones están tan limitadas: en África,
en Ghana, entre los ashanti existe la leyenda del sasabonsam, un ser de rostro humanoide, con barba
y dos cuernos orientados hacia fuera en su cabeza. Según dicen, de sus cortos
brazos salen unas enormes alas de murciélago, unidas mediante una membrana a
sus cortas pero fuertes piernas provistas de garras. Entre sus costumbres
estaba la de cazar
y devorar humanos, apostándose en las ramas de los árboles para
apresarlos con las garras de sus pies y llevárselos a las cuevas donde habita.
Un investigador que estuvo con esta tribu vio figuritas de esta criatura, e
incluso representaciones pictóricas muy antiguas en algunas cuevas en las que
parece remarcarse la apariencia semihumana.
Y esto no es más que un reflejo de las
tradiciones y mitologías que circulan por todo el mundo. Hoy
en día tiende a considerarse que todo mito o leyenda contiene un germen de una verdad
subyacente, en torno al cual se construye una historia ficticia que adorne y de
sentido a las ideas culturales y religiosas de la civilización correspondiente;
si bien eso suele ser razonablemente cierto, como puede ser el caso del
descubrimiento de la Troya que Homero reflejó en su Iliada, también hemos de
evitar pensar erróneamente que somos los únicos capaces de fabular para el
entretenimiento. ¿Acaso los antiguos eran tan serios como creemos, y se
limitaban a reflejar una realidad cotidiana, eso sí, adornada fantásticamente?
¿O tal vez en algunos casos estamos ante auténticos best-sellers de la
antigüedad, pioneros del género fantástico? Por poner un ejemplo, ¿debemos
creer que detrás de los doce trabajos de Hércules, de la epopeya de Gilgamesh,
del Mahabbarata o el Ramayana existe algún atisbo de realidad histórica?
Mientras no se halle algún indicio que pueda corroborar tales historias, me
temo que deberemos mantenerlas como novelas de ficción, sin más. ¿O acaso
dentro de dos mil o cinco mil años, cuando los arqueólogos del futuro
desentierren, por citar un caso, “El Señor de los Anillos”, deberán creer que
están ante la mitología y los hechos más o menos reales de una cultura pasada?
En la situación que nos ocupa, las tradiciones acerca del pueblo alado han de
quedar en un plano teórico, meramente especulativo, puesto que de momento no se
ha hallado rastro alguno de la posible existencia de tales seres. Evidentemente
son muchas las tradiciones al respecto, pero no por ello debemos caer en la
trampa de creer que todo ello es realidad…
CRÍPTIDOS
Si
las mitologías resultan tremendamente sugerentes, aún lo son más ciertos
“incidentes” sucedidos a lo largo del tiempo, indicadores tal vez de una
realidad mucho más extraña de la que habitualmente estamos habituados a
contemplar. Estos fenómenos se engloban en lo que actualmente se denominan
críptidos, seres que teóricamente no tendrían que existir a pesar de su
reiterada aparición a lo largo de la historia. Como ejemplo, cuando hablamos de
críptidos nos referimos al monstruo del lago Ness, al Bigfoot, al
Mokele-Mbembe, o el Yeti, por citar tan sólo algunos de los más conocidos.
A
continuación vamos a exponer algunos avistamientos insólitos para mostrar lo
que podría ser algo más que una simple leyenda…
1877: 18 de septiembre. Estados Unidos. Se produce el
avistamiento de un ser humano alado sobre Brooklyn, Nueva York.
1880: septiembre. Estados Unidos. Observación de una
figura humana alada en Coney Island.
1880: 30 de septiembre. Palermo, Sicilia, Italia. A una
altura de unos 8.000 m. fueron vistos unos misteriosos humanoides alados.
1908: 11 de julio. Vladivostok, antigua Unión
Soviética. Un hombre que caminaba por las montañas Sijoté-Alin vio lo que
parecía una huella de pie humano en el camino. Su perro comenzó a actuar de
forma extraña, y oyó como algo rebullía entre unas matas. El hombre arrojó una
piedra hacia el lugar, e inmediatamente oyó el ruido de un batir de alas y vio
que algo “grande y oscuro” volaba hacia el río. Al comentarlo con los vecinos,
éstos identificaron a la criatura como “un hombre que podía volar por el aire”,
al que por lo visto conocían los cazadores de la región.
1917 (aproximadamente): Fátima, Portugal. Alguien dijo
haber visto un humanoide alado… y sin cabeza.
1928: Ghana. Un cazador de la tribu ashanti dio muerte
a la criatura legendaria a la que conocía como sasabonsam. Según este hombre, “el ser no era muy grande en comparación con
otros que él había visto, sobre unos 5 pies de altura, y unos 20 de
envergadura, tenia brazos muy largos acabados en membranosas alas de murciélago
y unos afilados colmillos en su hocico. Su piel era coriácea, con una fina capa
de pelo, y manchada de color oscuro y blanco. El dijo que lo había encontrado
colgado cabeza abajo en un árbol y que cuando se dio cuenta de su presencia
lanzó un grito. El cuerpo fue llevado a la comisión del distrito L.W. Wood el
22 de Febrero de 1928 y se le hicieron varias fotografías”.
1945: Verano. Puerto de la Toscaza, Italia. Un marino
militar italiano vio desde el puente del acorazado en que servía una formación
aérea de seres
alados de apariencia humana, aunque gigantescos, cubiertos de plumas y con
garras de tres dedos...
Principios de la década de 1950: Pelotas, Río Grande Do
Sul, Brasil. Un matrimonio brasileño caminaban por un bosque cercano al mar,
cuando advirtieron la presencia de “dos aves” gigantescas en los árboles. Al
acercarse más, las “aves” bajaron al suelo y la pareja comprobó sorprendida que
medían aproximadamente 1,80 m. de altura y que tenían apariencia humana. Se
agazapaban en el suelo como si estuvieran observando a los caminantes.
1953: 18 de junio. Houston, Texas, Estados Unidos. Tres
vecinos se sentaron en el porche de una casa al anochecer. Mientras charlaban
vieron una sombra enorme en el césped. Pensaron que se trataba del reflejo
ampliado de una polilla, pero de repente la sombra pareció dar un salto hacia
arriba en dirección a un árbol. Una de las testigos declaró que tenía unas
grandes aladas dobladas junto a los hombros, mientras que los otros dos
testigos explicaban que era una “figura de hombre con alas semejantes a las de
un murciélago. Llevaba una ropa muy ceñida, de color gris o negro”. A su
alrededor parecía brillar una luz tenue y grisácea. Mediría unos 2 m. y parecía
llevar capa negra, pantalones muy ajustados y botas de media caña. Cuando se
desvaneció la luz, pareció como si la figura también desapareciera con un
fuerte ruido siseante.
1956: 11 de agosto. Cuartel “Cabo Pantoja”, Loreto,
Perú. Un niño de ocho años oye por la noche como alguien imita sus llantos
desde fuera de su cabaña. De repente escuchó como algo se “posaba” en el techo
con estruendo, llamando la atención de un soldado que se acercó a ver qué
ocurría. Se produjo un gran escándalo, que hizo que las gentes salieran de sus
casas y observaran como algo atacaba al soldado y trataba de elevarlo del suelo
y llevárselo mientras le disparaba otro miembro de la guarnición. Por fin la
cosa abandonó los intentos y se alejó volando. Al parecer el soldado agredido
no sufría heridas de consideración, salvo profundos rasguños en el cuello y el
brazo; cuando salió del estado inicial de shock contó que el animal no era un
pájaro, sino una enorme ave con la cabeza de una mujer que le agarró del
cuello. Esta criatura, de la que los lugareños conocían su existencia desde
tiempos inmemoriales, era conocida como japiñuñu.
1959: Noviembre. Virginia Occidental, Estados Unidos.
Varias personas declaran haberse encontrado con una especie de hombre
murciélago de 1,80
m. de estatura, grandes ojos rojos y alas de unos 2 m. de ancho. Concretamente,
en la tarde del 26 de ese mes, una señora llamada Ruth Foster dijo haber visto
aterrizar sobre el césped, frente a su casa, a un ser de este tipo: “Era alto,
tenía los ojos rojos y saltones. Su expresión era divertida. No parecía tener
nariz”.
1960-61: West Virginia, Estados Unidos. Una mujer y su
padre viajaban en coche cuando una figura se plantó en medio de la carretera.
Al acercarse comprobaron que era mucho mayor que un hombre. “A su espalda se
desplegaron unas alas que prácticamente llenaron toda la carretera. Casi
parecía un pequeño avión. Entonces despegó rápidamente, desapareciendo de nuestra
vista en unos segundos”.
1962: noviembre. Var, Francia. Un hombre que conducía
por la noche bajo una intensa lluvia distinguió a una cierta distancia un grupo
de extrañas figuras con aspecto de pájaros.
1963: 16 de noviembre. Sandling Park, Condado de Kent,
Inglaterra. Cuatro adolescentes se encontraron con un objeto descendido del
cielo junto al que se encontraba una figura negra, de la talla de un hombre,
sin cabeza, y con unas gigantescas alas como de murciélago
1963: Poco antes de las Navidades. Provincia de
Tarragona, España. Se produce el avistamiento de un ser de características
similares al del incidente previamente reseñado, cerca de Sandling Park.
1966: 16 de mayo. Córdoba, España. Un hombre que
regresaba del campo vio aterrizar un objeto en forma de disco cerca de él, del
que salieron unos pequeños seres que definió como “pájaros verdes”.
1966: finales. Point Pleasant, West Virginia, Estados
Unidos. Comienzo de la oleada de apariciones del Mothman, cuya traducción es la de hombre polilla. El 15 de
noviembre, de noche, al atravesar en automóvil un lugar conocido como zona TNT,
los testigos observaron en la oscuridad dos círculos de un color rojo
brillante, que parecían ojos. Al moverse los círculos, pudieron distinguir una
figura de forma humana de entre 1,80 y 2 m., de color grisáceo y con grandes
alas. Intentaron alejarse de allí a gran velocidad, pero vieron a la criatura o
a otro ser similar de pie junto a la carretera. Al pasar junto a él, la cosa
desplegó sus alas de murciélago e inició una persecución que se mantuvo a pesar
de poner el vehículo a 160 Km. /h, sin necesidad de que lo que los perseguía
moviera las alas. Una de las testigos lo oyó chillar “como un gran ratón”.
Hablaron con el sheriff y volvieron a la zona TNT, pero todo era normal. A
partir de ese momento comenzaron a producirse batidas y búsquedas sin encontrar
a la criatura, que volvió a manifestarse el 16 de noviembre al atardecer ante
una testigo que declaró que, estando sentada en su coche aparcado, advirtió la
presencia de una figura en la semioscuridad. Le pareció como si hubiera estado
tendida en el suelo. Se levantó lentamente. Era una cosa enorme y gris, mayor
que un hombre, con unos terribles ojos resplandecientes y rojos. Al igual que
en el testimonio anterior, se sintió hipnotizada por aquella mirada. Fue
entonces cuando un amigo la cogió, junto a su hija de corta edad, y las
arrastró hacia su casa. Hubo varias apariciones más, y los investigadores
llegaban al lugar en busca de información, entre ellos John Keel, que
dictaminó, en base a los testimonios obtenidos, las características básicas del
ser.: entre 1,5 y 2m., de color gris o pardo, con forma humana pero sin brazos
ni cabeza; tenía unos ojos rojos, brillantes y luminosos allí donde se encuentran
los hombros de una persona normal; las alas se plegaban hacia atrás, y su
envergadura era de unos 3 m. A partir de diciembre se acabaron los
avistamientos.
1969: julio o agosto. Da Nang, Vietnam del Sur. Tres
marines norteamericanos que hacían guardia vieron a primeras horas de la mañana
lo que describieron como una figura que emitía una especie de resplandor; a
medida que se acercaba a ellos lentamente vieron “lo que parecían ser unas alas
como de murciélago, pero eran gigantescas comparadas con las de uno de estos
animales. Cuando se acercó hasta que pudimos observar lo que era, nos pareció
una mujer. Una mujer desnuda. Era negra. Su piel era negra, su cuerpo era
negro, las alas eran negras, todo era negro. Pero resplandecía. Resplandecía en
la noche, con una especie de fulgor verdoso”. Al parecer la vieron durante el
tiempo suficiente para comprobar que tenía brazos, manos y dedos, pero que
estaban unidos a sus alas. Según otras investigaciones, al parecer hubo algunos
avistamientos más en la región dentro de la misma índole.
1976: 17 de abril. Mawnan, Cornualles, Inglaterra. Dos
niños vieron un hombre pájaro planeando sobre la torre de la iglesia. A partir
de este momento, hasta 1978, se sucedieron los avistamientos de esta criatura,
bautizada como el Hombre-Búho de
Cornualles. Las descripciones hablaron de un gran búho con orejas puntiagudas,
tan grande como un hombre, de ojos rojos y brillantes, con pies como pinzas
negras, todo él recubierto de plumas grises.
1996: febrero. Barriada “Juanita Aguirre”, Chile. Dos
matrimonios que se hallaban conversando a la puerta de la casa de uno de ellos
vieron, prácticamente por casualidad, que en un árbol cercano había un pájaro
enorme muy extraño, el cual emprendió el vuelo casi sin ruido. Las
descripciones coinciden en determinar un cuerpo casi humano de “aquello” que
volaba, su vuelo era con los brazos pegados al cuerpo, y emitía una breve pero
compacta luz azulina. También por aquellas fechas surgen las afirmaciones de
otro testigo, un trabajador bancario, que vio pasar en vuelo horizontal algo
semejante a lo descrito anteriormente. La descripción es muy semejante a la de
los matrimonios, aunque cree haber distinguido una traje con túnica en el ser
volador, también describe los brazos pegados al cuerpo y su resplandor azulino.
La cabeza del ser se presenta sin rasgos de descripción, ya que es la única
parte de la observación que permanece obscura. Incluso al ser consultado sí
podría haber no tenido brazos, acepta la duda como posible.
En
este repaso por los incidentes sucedidos a lo largo del tiempo podemos
comprobar la disparidad en la apariencia o en el carácter de las criaturas
avistadas, aunque en la mayoría de los casos parece darse más bien una especie
de curiosidad o indiferencia más que hostilidad. ¿Son reales, ficticios, o
productos de una interpretación errónea? No debemos olvidar que, en cualquier
caso, al no estar la mayoría de ellos lo suficientemente contrastados, o
resultar excesivamente nebulosos, hemos de ponerlos en cuarentena. De hecho, de
todos ellos, el único del que tal vez se haya hecho un seguimiento adecuado y
coherente haya sido del Mothman, el hombre polilla…
Si
bien en la mayoría de los fenómenos citados parece que estemos hablando de
seres humanos o humanoides con grandes alas en su espalda, bien de plumas bien
de murciélago, en algunos otros se introducen elementos que nos hacen
relacionarlos con otros temas misteriosos, como el de la ufología. Lo cual,
evidentemente, nos llevaría a pensar si en realidad estas criaturas no serían
sino seres de otros mundos que han venido en sus naves espaciales. ¿Tenemos
motivos para pensar de esta manera? Pienso que rotundamente, no: en la mayoría
de los casos no se menciona para nada ningún trasunto ufológico, sino que
parece tratarse de criaturas que viven en lugares recónditos y a los que se ve
de forma esporádica, sin que luego haya manera de dar con sus huellas o restos.
En
cualquier caso, si nos atenemos a los hechos, podemos pensar en una
especulación que ya se hizo en su momento, y es que no cumplen aparentemente
las leyes básicas de la física, a saber: se trata de una cuestión relacionada
con la envergadura de las alas.
Como
seguramente sabrán, las aves poseen unos huesos más ligeros que el resto de las
criaturas terrestres, precisamente para poder volar o planear con unas alas de
un tamaño, digamos, normal. En el caso que nos ocupa, el de los hombres alados,
hemos de meditar acerca de este punto: si son seres humanos de huesos como los
nuestros, la superficie alar que necesitarían para poder sustentarse en el aire
sería muy superior a la que habitualmente se ha reportado, tal vez
aproximadamente del doble; en el caso contrario, habríamos de pensar que estos
seres poseen una constitución ósea más similar a las de las aves, para que su
peso se reduzca, lo cual nos llevaría a una evolución paralela a la nuestra,
surgida de quién sabe donde.
FICCIÓN
La
ficción en torno al tema de los humanoides alados es bastante abundante, sobre
todo en la literatura, aunque en general no es demasiado conocida; en lo referente
al cine o a los cómics se basa fundamentalmente en remakear los títulos
literarios o los incidentes más conocidos o espectaculares acaecidos a lo largo
de la historia. Es por eso que a la hora de hablar de ello nos vamos a centrar,
sobre todo, en la parte literaria.
Literatura
Ya
desde la más remota antigüedad se habla de estos seres, aunque no hay una idea
clara de cuál es el referente al que debemos atenernos; tal y como expuse en el
apartado de las mitologías, nada nos indica que algunas de las obras escritas
pretendan ser presentaciones de una realidad desconocida o meras novelas
destinadas a entretener al personal; de esta manera, podríamos presentar aquí
el Zohar o la Biblia como best-sellers de ciencia ficción, aunque ello pueda
escandalizar a más de uno. Hay que tener en cuenta en estos casos las
narraciones que hacen de los ángeles, cómo participan en la vida de los seres humanos
comunes en muchos casos, presentándose de diversas maneras y con actitudes aún
más variadas, procreando con las mujeres, acompañándolos día y noche, haciendo
advertencias o ejecutando brutales castigos…
De
la misma manera que enfocamos estas obras, podríamos interpretar uno de los
mayores clásicos de la literatura: “La
Odisea”, de Homero, en la que Ulises se enfrenta a las sirenas.
Como
seguramente sabe ya la mayoría, el protagonista de la historia deseaba escuchar
el atrayente canto de estas criaturas de cuerpo de ave y cabeza femenina, por
lo que ordenó a la tripulación que lo ataran al mástil de la nave y todos ellos
a su vez se taparan los oídos con cera para evitar ser arrastrados al mar.
El
tema de la gente del cielo sigue apareciendo a lo largo de la historia, pero
donde alcanza su mayor cota es en el siglo XX, en el que los escritores
comienzan a tocar el tema abordándolo de diferentes maneras, bajo prismas
cambiantes de distinta índole.
Así,
por ejemplo, Robert E. Howard nos muestra la idea de unas criaturas
sobrevivientes de la noche de los tiempos, perversas y crueles hacia el resto
de la humanidad: en “El Jardín del
Miedo”, el protagonista, Hunwulf, se enfrenta al último hombre alado vivo,
acabando con él después de comprobar cómo arroja a sus víctimas desde lo alto
de una torre para satisfacer el apetito de una extensa superficie de plantas
carnívoras; en “Alas en la Noche”, efectúa
una revisión del mito griego de las arpías, postulando que cuando fueron
expulsadas del continente europeo se dirigieron a África, donde mantuvieron una
colonia que se alimentaba de las tribus aledañas hasta que Solomon Kane, el
vengador puritano, las exterminó sin piedad; y en “Almuric”, el protagonista,
Esaú
Cairn, viaja al planeta que da nombre a la novela para encontrarse con una
guerra sorda, no declarada, entre los hombres y los yagas, mefistofélicos
demonios cuya única motivación es la crueldad y la depravación, lo que hará que
al final Cairn lidere un ejército para acabar con estas odiosas criaturas.
En
una línea similar se muestra Sheri S. Tepper en su novela “Despertar”, donde los Thraish, hombres pájaros carnívoros, se
alimentan de la raza humana que vive junto al Mundo del Río, puesto que eso es
lo que su dios les ha prometido, caza y comida sin límites.
Sin
embargo no todo es oscuridad; el aspecto demoníaco de las gentes aladas se
difumina lentamente en otras obras: Michael Moorcock nos muestra, en “Portadora de Tormentas”, a los Hombres
Alados de Myrrhn, que a pesar de su indiferencia hacia el género humano y de un
acusado orgullo que los insta a mantenerse apartados de las que consideran
especies inferiores, acuden a luchar junto a las Naciones Jóvenes contra los
ejércitos del Caos que avanzan imparables para arrasar el mundo de esquina a
esquina; en “La Gente del Cielo”, de
E. Verónica Figueirido, unos humanos viajan a un planeta en el que viven unos humanoides
voladores que sienten curiosidad e indiferencia por los recién llegados, hasta
el punto de robarles piezas fundamentales de su nave y obligarles a una
convivencia que inicialmente no buscaban; Brian Aldiss nos da un curioso
reflejo en “El Tapiz de Malacia”,
una historia ambientada en lo que podríamos llamar una tierra paralela, durante
la guerra contra los turcos, en la que los hombres alados son algo habitual en
los cielos y están de parte de los protagonistas, mostrando una cara
absolutamente amistosa hacia la humanidad o, al menos hacia parte de ella; y ya
en “El Vuelo de Eluán”, de León
Krauze, la imagen que se ofrece es de corte más vivencial, más lírica, más
centrada en la vida, ansias y esperanzas de un joven miembro de estas gentes
que tiene que aprender a volar o caer al río y ser devorado por unos peces
carnívoros
Robert
Silverberg, en su obra “Alas Nocturnas”,
da una visión ligeramente distinta del mito: la sociedad humana se ha
diversificado y mutado hasta el punto de que los seres alados no pertenecen a
otra especie, sino que están integrados entre nosotros y colaboran para hacer
una sociedad mejor; y Poul Anderson, en “Guerra
de Alados”, narra desde el punto de vista de las gentes del cielo, que en
esta ocasión han desarrollado la suficiente tecnología como para fabricarse sus
propias naves y armamentos, el enfrentamiento que se produce entre ellos y los
“terrestres”.
Cómic
Como
ya he indicado al principio de esta sección, en el mundo del cómic
prácticamente no ha habido originalidad, lo que ha llevado a los guionistas y a
los dibujantes a trabajar sobre esquemas ya creados con anterioridad en la
literatura.
De
esta manera, con un cierto toque original pero basado en las tradiciones
judeocristianas acerca de los ángeles y los demonios y el pasado descrito en el
Génesis y el Zohar, el personaje Martin Mystére se encontrará con los ángeles
en “La Ciudad de los Ángeles”, y no
serán precisamente etéreos, sino más bien la encarnación de las huestes
guerreras de San Miguel.
Pasándonos
a los remakes propiamente dichos, a las adaptaciones a cómic de novelas
conocidas, tenemos sin irnos demasiado lejos a los hombres alados de Myrrhn de la
narración “Portadora de Tormentas”, perteneciente al ciclo de Elric de
Melniboné, con una imagen altiva, orgullosa, incluso meditabunda, que refleja
bastante bien el carácter que habitualmente se da a estos seres; y recreando la
obra de Howard, podemos contemplar en las colecciones Marvel las adaptaciones
de “El Jardín del Miedo” o “Alas en la Noche”, con una figura en el primer caso
con toda la malicia y crueldad que imperan en el relato, y unos dibujos en el
segundo que parecen extraídos directamente de las monstruosas gárgolas de la
imaginería medieval.
Y
ya rondando más la línea de la ciencia ficción que la de la espada y brujería,
podríamos hablar de los hombres halcón de las historias de Flash Gordon, de
Alex Raymond, un pueblo guerrero en continua lucha con el tirano Ming, aliados
del protagonista.
Cine
No
resulta fácil encontrar en la gran pantalla filmes que traten el tema de la
gente alada, al menos desde el punto de vista que nos ocupa: al fin y al cabo,
películas sobre ángeles y demonios hay unas cuantas, pero la mayoría los tratan
desde el punto de vista etéreo, divino, más que material y humano.
Sin
embargo, sí hay al menos una historia sobre ángeles que parece romper estos
esquemas, y ésta es “Michael, tan sólo
un Ángel”, con John Travolta como protagonista. Sorprendentemente, nos
encontramos ante alguien mucho más prosaico, vulgar… humano, en una palabra: ni
es ningún Adonis, ni se comporta como se supone deberían hacerlo unos seres
celestiales cuyo objetivo es ayudar a la humanidad desde un plano situado muy
por encima de nuestras expectativas.
De
cuño más reciente, el cine se encargó, con “Mothman”,
del tema de los críptidos, mostrándonos en pantalla lo que aparentemente fue la
investigación más elaborada llevada a cabo en torno a estos temas, relativa a
las apariciones del famoso hombre polilla de Point Pleasant, y a las profecías
que, supuestamente, conllevaban dichos avistamientos, y que finalmente acabaron
cumpliéndose (¿?) cuando el puente de la localidad, Silver Bridge, se vino
abajo en un fatal accidente: la obra que se utilizó para crear este interesante
filme fue “The Mothman Prophecies”,
de John Keel, investigador recientemente fallecido.
Y
ya por fin, adaptando el cómic anteriormente citado con las aventuras del héroe
Flash Gordon, surgieron varias películas y alguna que otra serie de animación
en las que los hombres halcón del planeta Mongo se unen al terrestre para
derrotar al malvado, todo un cóctel de ciencia ficción y aventuras.
CONCLUSIÓN
Lo
expuesto hasta el momento en este artículo parece conducir a la conclusión
evidente de que por los cielos de nuestro planeta planea, desde la más remota
antigüedad, una especie humana o, al menos, humanoide, quien sabe si prima de
los homo sapiens u originada en algún otro lugar desde el que se manifiesta
esporádicamente. Evidentemente las tradiciones y los avistamientos reseñados no
son pruebas irrefutables de este hecho, puesto que no ha aparecido hasta la
fecha el más mínimo resto sobre estas criaturas. O al menos, no que nosotros
sepamos, puesto que siempre podríamos acudir a la teoría conspiranoica de que
alguien nos está ocultando algo por algún motivo inconfesable… Lo que está
claro es que, si realmente tuvo lugar el incidente del sasabonsam de 1928, en
el informe se dice que había fotos. ¿Dónde están? ¿Por qué no se hicieron
públicas? ¿Se trataba de un secreto de estado, o tal vez algo más prosaico como
que en realidad el sasabonsam no era otra cosa que una especie desconocida de
murciélago de gran tamaño y un cierto aspecto antropoide, con una marcada
naturaleza hostil?
En
caso de su existencia, ¿qué serían? ¿Una rama desgajada de la evolución humana
quién sabe en qué momento de la historia? ¿O tal vez un fenómeno aún más
extraño? Veamos:
1- Evolución
paralela. Dado que en prácticamente todos los casos y mitologías estos seres se
muestran esquivos en el mejor de los casos, cuando no hostiles, cabe suponer
que en un pasado remoto, cuando aún convivían las dos especies, se debió
producir algún tipo de “guerra” (por llamarla de alguna manera) que hizo que
los “terrestres” ganáramos preponderancia absoluta, relegando a los vencidos a
los rincones más agrestes del planeta, donde pudieran esconderse y/o rumiar su
venganza. O también pudiera ocurrir que la capacidad de volar los hiciera verse
a sí mismos como una especie de dioses, por encima del común de los mortales, y
decidieran no mezclarse con la “chusma”.
2- Las mitologías
en las que estas gentes ayudan a la humanidad hacen pensar que no puedan ser
meras criaturas terrestres; si ése fuera el caso y estuvieran por delante de
nosotros en la carrera tecnológica, tendríamos que ver sus resultados mucho más
a menudo, lo que no ocurre; por ello, tal vez quepa acudir a la teoría de que
proceden de otro lugar más evolucionado. En los casos en que han sido asociados
con objetos aterrizados podríamos llegar a pensar en viajes interestelares,
pero no creo probable que se trate de algo así, pues estos incidentes son
demasiado escasos como para ser relevantes. No, nada de viajes por las
estrellas, pero entonces, ¿cuál sería su origen? Hay quien habla de puertas
dimensionales a otros mundos, los hindúes cuentan en su mitología que el lugar
en que vivimos es uno de los siete dwipas o esferas concéntricas superpuestas
de que consta el planeta, lo cual nos llevaría inevitablemente a pensar en un
universo n-dimensional, tal y como postulan los científicos, y que estuviéramos
conviviendo aquí y ahora, compartiendo el mismo espacio pero en otro nivel, con
vaya usted a saber quién.
3- Sin embargo, tal
vez no sea necesario acudir a la teoría de los mundos paralelos: también
disponemos de la hipótesis de la tierra hueca, de los mundos interiores de la
corteza terrestre. Lleva zumbando por las cabezas de los investigadores desde
hace ya mucho tiempo, desde antes de que Julio Verne escribiera su “Viaje al
Centro de la Tierra”, pero la idea cobró fuerza con la conquista del Polo,
cuando el almirante Byrd aseguró que había visto en la Antártida selvas
tropicales, y cuando se publicó una foto de satélite del Polo Norte en la que
se podía observar un enorme círculo negro que cubría prácticamente todo el
Ártico, una especie de agujero que luego se demostró no era tal, sino el
resultado de un montaje automático de una serie de fotos realizadas por el
satélite con muy breves intervalos de tiempo, y en las cuales lo que se
mostraba era, a cada momento, la sombra que aparecía por efecto de los
movimientos de rotación, precesión y nutación del planeta, de tal manera que al
montar todas las fotos se veía un continuo oscuro… En resumen, que aunque como
teoría es interesante, tampoco está corroborada por hecho alguno.
¿Existen
o han existido realmente? No hay pruebas definitivas de ello, pero una cosa sí
que es cierta: en el inconsciente colectivo de la humanidad aparecen por
doquier, tal vez indicando el afán del ser humano por elevarse sobre la
superficie del planeta y contemplarlo desde la altura, desde la libertad que
daría poder volar; aunque sólo fuera por eso, aunque ninguno de los
avistamientos reseñados fuera real, cosa que no parece probable puesto que son
muchos y muy variados, merecería la pena soñar…
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