domingo, 23 de noviembre de 2014

DRAGONHEART



DRAGONHEART:
TERMINAR ANTES DE EMPEZAR

Jose Francisco Sastre García

Se me ocurrió la peregrina idea de ir a ver una película que llevaba por título "Dragonheart" tras ver los reportajes que habían mostrado de ella en la TV, con la ¿ilusión?, ¿esperanza?, de encontrarme con algo que rompiera algún molde en el mundo más bien escaso del celuloide mágico-fantástico, pero la verdad es que salí decepcionado. Y realmente, ¿por qué tendría que haberme llevado semejante desilusión cuando los citados reportajes ya parecían encaminar una estructura y un desenlace de ese tipo?
Los personajes son planos, sin apenas profundidad; y aunque en apariencia los actores se esfuerzan en dar una cierta credibilidad a todo el tinglado, ésta se pierde en la nebulosa de unos diálogos que apenas si destacan por encima del resto del film. Añadamos a esto que de por sí los caracteres están total y completamente desaprovechados, y que se podía haber sacado mucho más partido de ellos, y nos quedaremos tan sólo con el del dragón, el cual muestra una interesante combinación de seriedad y cinismo más propios de un pícaro que de semejante criatura.
Y aquí llegamos a otra: la voz del dragón no me ha parecido la más adecuada, a pesar de que ese rasgo cascado de la voz de Paco Rabal podría encajar con el de un animal así; sin embargo, el tono no es de ninguna manera el apropiado. Quizás hubiera sido mejor mantener la voz habitual de Sean Connery, esto es, la de Constantino Romero. Y su animación... Se ve que los informáticos no se exprimieron demasiado las meninges: es una criatura más bien cutre, sin la majestuosidad típica de su raza, con unas alas horribles y semitransparentes de finas que son; aparte, los efectos de las llamaradas cantan mucho a trasto lleno de chips.
Ni siquiera la fotografía o la banda sonora se salvan de la quema, aunque eso sí, a destacar un argumento que podría haber dado mucho más juego con guionistas más imaginativos y competentes y, probablemente, otros actores. Encima, sobran algunas escenas destinadas a desatar la sensiblería y la lágrima fácil en el espectador al final de la película.
En resumen, se trata de un film sin la más mínima trascendencia, de algo que ni siquiera llega a la categoría a Fantasía Epica, aunque probablemente podamos decir en su descargo que nunca pretendió serlo, sin tan sólo algo de caballería medieval. La magia habitual de este tipo de cine brilla prácticamente por su casi total ausencia, lo que no sería capaz de calificar como mejora o empeoramiento.
Conclusión: película intrascendente, sin garra, que meramente se deja ver, un simple entretenimiento, y, por supuesto, no recomendada para mayores de 10 años. A título personal, no le concedo más de un 5,5. Pese a todo, me resulta sorprendente el hecho de haber tenido un nivel de aceptación tan amplio, fenómeno que no alcanzo a entender del todo.

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