JEAN
RAY
José Francisco Sastre García
Extraño donde los haya, Jean Ray se ha
ganado por derecho propio un puesto de honor en el grupo de escritores
insólitos, tanto por su obra como por su biografía.
Nacido en Gante el 8 de Julio de 1887,
su auténtico nombre fue Raymond Jean Marie de Krener. El primer detalle
“pintoresco” con el que nos encontramos es que, al parecer, era nieto de una
india Dakota, mientras que sus padres eran un marinero y una institutriz. Tal
vez fue eso lo que le influenció y lo convirtió en un vagabundo, carrera que
comenzó a los quince años.
Fue sucesivamente marinero, calculador
en un observatorio, responsable de una revista cultural, segundo de a bordo en
buques mercantes,... Sus días de marino se debieron alargar durante más de treinta
años.
Pero no es oro todo lo que reluce, y
este increíble personaje fue, además, bootlegger, esto es, contrabandista de
licores en el “Boulevard del Ron”, durante la época de la prohibición, amén de
traficante de armas en el Rif marroquí, pirata, y otras variadas ocupaciones
más bien inconfesables.
A este inquieto belga le dio por pasar
por el mundo del circo, como domador, y por el mundo de las revistas, tal y
como ya hemos dicho, como redactor jefe de un semanario juvenil. No se sabe a
ciencia cierta cuánto de lo que cuenta es cierto o no, pues la leyenda en torno
a él se debe fundamentalmente a sus palabras, pero, como anécdota, podemos
comentar lo siguiente: en cierta ocasión, cuando contaba ya setenta y seis
años, se le pidió que demostrara que había sido un domador, con ocasión de la presencia
de un circo; pues bien, al parecer, él, para asombro de los reunidos, se metió las
manos en los bolsillos y entró en la jaula de los leones.
Le encantaba crear en torno a él una
aureola de hombre misterioso, duro, aventurero, sin escrúpulos... En concreto,
siempre le gustó escandalizar a su atento público, sacudir los cimientos de una
sociedad acomodada desde su base. Su escritor predilecto era Dickens.
En cuanto a su ingente obra, podríamos
agruparla en tres grandes bloques:
Los cuentos del whisky. Una larga
colección de relatos cortos llenos de humor negro, cinismo, una burla a veces
soterrada y a veces no tanto, en la que la primacía se la llevan dos elementos
básicos: el whisky y el absurdo. En el primer caso, la presencia del licor es
omnipresente, ya sea entre los personajes, o en el autor en el momento de escribir,
lo que se refleja automáticamente en el segundo elemento, una vuelta de tuerca en
las historias, a cuál más estrambótica, que termina por saltar la rosca y dar
lugar a relatos que, en ocasiones, no tienen un argumento apenas discernible.
La serie de Harry Dickson. En estos
relatos se percibe un estilo más asentado, menos loco, que en el bloque
anterior, aunque al respecto deberíamos hacer algunas puntualizaciones: en
primer lugar, que las primeras entregas de este detective fueron, al parecer,
escritas por un alemán desconocido y traducidas por Jean Ray, aunque luego el belga
exigió seguir escribiéndolas él solo, inspirándose en las cubiertas de los
fascículos originales, redactándolas a menudo en el transcurso de una noche con
ayuda de alguna botella de ginebra. En esta serie las historias están más
hilvanadas, son más coherentes, aunque, para desdicha de algunos, los
argumentos son prácticamente transparentes, adivinándose parte o toda la verdad
casi desde el principio del relato. Se observa una mezcla curiosa entre la
ciencia, tanto de la época como del futuro, y la imaginación, bajo la forma de
seres mitológicos, los fenómenos paranormales, etc. Aunque, para mi pesar, ante
todo prima lo racional, el resultado de una villanía perpetrada por vulgares seres
humanos, sin dejar de lado elementos que puedan dar lugar a pensar que, efectivamente,
puede haber algo más detrás de todas esas historias supuestamente imaginativas,
como puede ser el caso, por ejemplo, de La Resurrección
de la Gorgona.
Finalmente, podemos englobar el resto
de su obra en un tercer bloque, historias en general dedicadas al terror; pero
no a un terror vulgar, a una simple historia de fantasmas, sino a relatos
sumamente elaborados, en los que el terror va parejo con imágenes extrañas,
alucinatorias, oníricas... Juega con las múltiples dimensiones del espacio como
quien juega con las bolas de un malabarista, creando situaciones realmente
complicadas que, en ocasiones, uno no consigue desentrañar a pesar de releerlas
más de una vez. Dentro de este bloque podemos citar, por ejemplo, una de sus obras
cumbres: Malpertuis. Junto a ella, pero dentro de este tono oscuro,
sombrío, y a la vez laberíntico, nos encontramos con relatos como El
Callejón Tenebroso, o La ciudad de lo Indecible.
De su obra, podemos decir que los
cuentos del whisky, junto con otras de las obras escogidas de Jean Ray, se han
publicado en la editorial Acervo, la serie de Harry Dickson se publicó en la
editorial Júcar, Malpertuis en la editorial Valdemar, colección Tiempo
Cero, y un par de sus relatos de Harry Dickson, en Los Vigilantes del Más
Allá, también de la editorial Valdemar. Todo este material es
razonablemente encontrable, excepto lo de la editorial Júcar, que está total y
absolutamente descatalogado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario