LA MOMIA
Jose
Francisco Sastre García
Qué,
¿alguien tiene mono de Indiana Jones y le apetece ver otra? Pues, francamente,
lo mejor que pueden hacer es ir a ver “The Mummy”, “La Momia”.
Confieso
que me sentí intrigado por esta película desde que comencé a ver los reportajes
en la televisión y a leer y escuchar las diferentes críticas que sobre ella se hacían,
así que al final me he armado de valor y he ido a verla: personalmente, no me
he sentido defraudado; es más, ha sido exactamente lo que me esperaba, ni más
ni menos.
Hablemos
un poco de los prolegómenos: la idea no es nueva, surge tanto de los clásicos
del cine como de la literatura: el planteamiento base del argumento recuerda notablemente
a “La Momia”
más celebrada, la de Boris Karloff, además de a historias como “El Anillo de
Thoth”, de Sir Arthur Conan Doyle. Y, con todo, no es una película de terror,
no utiliza a tan siniestro personaje como elemento de simple terror, de oscuridad
y vendas, como parece ser el caso de “La Sombra del Faraón”, sino como punto de partida de
una alocada aventura al más puro estilo clásico. Al margen de esto, resulta
chocante comprobar como una figura que, en principio no tiene origen en libro alguno
ni en las tradiciones, ha conseguido hacerse un hueco tan importante en el género
del terror: si debemos buscar en algún sitio el punto de comienzo de tan particular
saga, es en la tumba de Tutankhamon: aquí es donde reside el meollo de la cuestión,
en el descubrimiento de dicha tumba por Howard Carter y lord Carnarvon y los sucesos
que siguieron a tan trascendental hecho. A partir de la muerte de numerosas personas
que estuvieron en contacto con la tumba y su contenido, entre ellas el propio lord
Carnarvon, comenzó a gestarse la leyenda de la maldición de la momia, mito que iría
cobrando forma hasta la forma actual, aunque en él quedan muchos puntos oscuros
que nunca se han aclarado lo suficiente: ¿por qué Carter no sucumbió a la
maldición?
Las
últimas investigaciones al respecto, desempeñadas sobre todo por personas
ajenas a la Ciencia
Oficial, hablan de teorías tan dispares como hongos
venenosos, venenos artificiales, radiaciones conocidas o desconocidas... En
cualquier caso, la explicación parece ser más natural que la de pensar que un
tipo que lleva muerto tres mil años y envuelto en roñosas vendas se levante de
su sarcófago para dedicarse a matar, como por telepatía, a todos aquellos que
entraron en la tumba y tocaron algo.
De otra
parte, hablemos un poco del gran villano, Imhotep, del que, desgraciadamente,
me fastidia el tratamiento que se ha hecho: es en verdad un personaje histórico,
el arquitecto que dirigió la construcción de la pirámide escalonada de Zoser (o
Djoser, según otras grafías), elevado por sus conciudadanos a un rango similar
al de un semidiós, considerado en algunos casos como hijo del dios Thoth... ¿Y
por qué semejante trato? Porque, al parecer, fue un hombre sencillamente
excepcional, un genio entre genios: arquitecto, ingeniero, médico, sacerdote...
Según las leyendas y los datos llegados hasta nosotros, parecía poseer un vasto
conocimiento acerca de multitud de temas, lo que a los ojos de una cultura como
la egipcia le elevaba, si no al rango de un dios, sí muy cerca. Las tradiciones
acerca de su muerte dicen que fue enterrado con una gran cantidad de ibis, el
ave sagrada de Thoth, el dios de la sabiduría y de las ciencias del antiguo
Egipto; esto puede llegar a hacer pensar que su tumba ha sido ya descubierta,
pues no hace demasiado tiempo apareció una repleta de cadáveres momificados de
estas zancudas; sin embargo, sus restos mortales no fueron encontrados, tal vez
porque los saquearon los ladrones de tumbas, tal vez porque nunca estuvieron
allí. ¿Quién sabe? En cualquier caso, la figura histórica de Imhotep no aparece
demonizada, no aparece como símbolo del mal y la enfermedad, tal y como lo ponen
en la película. Pero bueno, la licencia artística es así...
Hablemos
de la película: sin poder decir que tiene una calidad impresionante y que todo
es maravilloso y formidable, sí se pueden afirmar varias cosas: es entretenida,
se deja ver muy bien, y las casi dos horas que dura no se hacen demasiado
eternas.
Los
personajes no están demasiado depurados, aunque en su descargo hay que decir
que los protagonistas vienen a ser el eterno Indiana Jones y su inseparable acompañante
femenina; y el malvado Imhotep, a mi juicio, tiene un cierto caché que le hace
subir muchos enteros, logrando una caracterización verdaderamente enigmática y antigua.
Los comparsas de turno, más de los habituales, no desmerecen y permiten que el
tono y el ritmo sean un poco más ligeros, evitando caer en la pesadez y el aburrimiento:
de hecho, todo el film está rodado bajo un cierto matiz socarrón, cínico, irónico,
mostrando a un héroe que va por lana y sale trasquilado no una, sino varias veces,
y a una heroína que no sabe lo que quiere hasta el final, todo ello aderezado
por una encadenación de sucesos más o menos verosímiles, más o menos
inverosímiles, en los que el buen humor no deja de aparecer de cuando en
cuando. La parte menos lograda es la de los rivales del héroe, absolutamente
planos y sin rigor alguno; en este sentido, quizás cabría hablar también de una
cierta irrisión, pues son americanos que no tienen ni idea de a qué se
enfrentan y terminan sucumbiendo uno tras otro, y el que tiene que sacar las
castañas del fuego es un tipo de apellido irlandés (aún siendo, también, americano),
con más armamento que la
VII Flota.
En cuanto
a los efectos especiales, creo que no hará falta más que dar unos nombres:
Light & Magic, de George Lucas. ¿Alguien necesita más garantía? Lo anodino
brilla por su ausencia, y la espectacularidad no te deja reposar tranquilamente
en la butaca: tormentas sobrenaturales de arena en medio del desierto que
adquieren el rostro de Imhotep, las bíblicas plagas de Egipto recreadas con un
toque catastrofista muy logrado, luchas con momias... Verdaderamente, mi fe en
la informática crece día a día al ver lo que un grupo de especialistas es capaz
de hacer con un trasto de esos, consiguiendo que un actor que en realidad está
luchando con el aire aparezca en la película dándose de tortas con un grupo de
momias, recreando las chispas del acero y los pedazos de carne despedidos por
el impacto de las balas de una manera verdaderamente genial.
La
fotografía es bastante buena, con los paisajes desérticos, las ruinas de la Ciudad de los Muertos, las
callejuelas de El Cairo... Pero no hace falta más: con la monumentalidad de los
efectos especiales anteriormente citados se tapan los defectos que seguramente
más de un purista pueda sacar.
En cuanto
al argumento en sí, como ya he dicho al principio, no es una película de terror
aunque en un principio pueda parecerlo: es un film de aventuras, que bebe en las
fuentes citadas al comienzo de este artículo y en clásicos de la talla de las
películas de Indiana Jones. Evidentemente, debe muchas de sus características a
esa trilogía que es “En Busca del Arca Perdida”, “Indiana Jones y el Templo
Maldito” e “Indiana Jones y la Última Cruzada”, pero no podemos olvidar otras
claras influencias, como es el caso de “La Guerra de las Galaxias” en lo que respecta a los
combates a espada, o las películas clásicas de Ciencia-Ficción en las que los
insectos amenazan la humanidad en lo que respecta a los escarabajos carnívoros,
que, por cierto, suponen un curioso revulsivo para la película: en lugar de ser
la representación egipcia de la vida y la inmortalidad, resultan todo lo
contrario, dejando en mantillas a las legendarias pirañas.
Tras todo
esto, la eterna historia de amor y venganza cruzada con la no menos eterna
ambición: alguien que oye las tradiciones sobre antiguos tesoros y decide ir a robarlos,
libros misteriosos, la entonación de un conjuro a destiempo, grupos secretos, la
resurrección del mal, y su postrer destrucción; y, al final, la típica catarsis,
todos contentos y felices porque el malo ha sido derrotado, aunque han tenido
que salir por piernas y se han quedado sin tesoros.
El último
guiño es muy bueno, haciendo creer a todo el mundo que la historia continúa. Y,
de hecho, tal y como está montada la historia, no me sorprendería lo más mínimo
que en un futuro nos encontráramos con “La Momia. El Regreso”, o algo por el estilo.
En
resumen, una película agradable, tratado con buen humor, digna de verse y, a mi
juicio, candidata a entrar a formar parte de los clásicos del cine de
aventuras, con las condiciones suficientes como para crear saga: casi sería
capaz de apostar con cualquiera a que, con Imhotep o sin él, el héroe, la
heroína y su “compañero” (o los que para la ocasión surjan) volverán a la carga
con nuevas aventuras en otros puntos del planeta. Sinceramente, aquí veo un
buen filón.
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