sábado, 27 de diciembre de 2014

SIGFRIDO



LA LEYENDA DE SIGFRIDO

José Francisco Sastre García


Lo que actualmente conocemos como la saga del Anillo de los Nibelungos, en donde se entronca la figura del héroe Sigfrido y su trágico destino, son en realidad varios cantares compuestos alrededor del siglo XIII que retoman las sagas de los Eddas en los que se describía esta historia.
A finales del s. XVI, se había perdido el poema en su forma original, pero manuscritos tan antiguos como del s. XIII serían redescubiertos en el XVIII. Se han descubierto 35 manuscritos del Nibelungenlied y sus diversas variantes, de los cuales  11 están básicamente completos.
Las versiones de los manuscritos difieren considerablemente unas de otras. Los lingüistas usualmente señalan tres grupos genealógicos principales para el grupo completo de manuscritos, con las dos versiones principales comprendiendo las copias más antiguas: A, B y C. Esta categorización deriva de las firmas en los manuscritos A, B, y C también como de las palabras del último verso en cada versión: "daz ist der Nibelunge liet" o "daz ist der Nibelunge nôt". En el s. XIX, el filólogo Karl Lachmann desarrolló esta categorización de las versiones en "Der Nibelunge Noth und die Klage nach der ältesten Überlieferung mit Bezeichnung des Unechten und mit den Abweichungen der gemeinen Lesart" (Berlín: Reimer, 1826).
La versión más antigua, sin embargo, parece ser la preservada como Manuscrito "B". Hay 24 manuscritos en diferentes estados de completitud, incluyendo una versión en alemán: (el manuscrito 'T'). El texto contiene aproximadamente 2.400 estrofas repartidas en 39 cantos. El título por el cual el poema ha sido conocido desde su descubrimiento se deriva de la línea final de una de las tres versiones principales, "hie hât daz mære ein ende: das ist der Nibelunge liet" ("aquí la historia llega al final: éste es el cantar de los Nibelungos"). Liet aquí significa "cantar", "cuento" o "epopeya", más que, como en el alemán moderno, simplemente "canción". Aunque hemos de hacer una apreciación, puesto que en alguna de las versiones la expresión es “das ist der Nibelunge not”, lo que se traduciría como “ésta es la <pena, necesidad, escasez> de los nibelungos”, que podría entenderse de una manera un tanto libre como la destrucción de los nibelungos.
Posteriormente Richard Wagner se encargaría de dar la forma más conocida a la leyenda cuando crea la serie de cuatro óperas basadas en la gran saga: Sigfrido, El oro del Rin, La valquiria y El ocaso de los dioses (1848-1874), relativamente alejadas del ciclo original.
            Pero antes de comenzar con dicha historia hay que hacer una aclaración que, de lo contrario, podría hacer que el lector se perdiera en lo que aparentemente ha sido una evolución del término nibelungo, cuya traducción sería “Hijo de las Nieblas”:
·         Originalmente, esta palabra debía aludir a un pueblo de enanos que vivían bajo tierra y guardaban un inmenso tesoro.
·         Posteriormente pasó a llamarse así al rey de este pueblo.
·         Finalmente, el pueblo burgundio, o al menos los que se desplazan hasta la Corte de Atila, parece adquirir las características de los nibelungos y así se sustituye su acepción.

La leyenda
           
            Como ya hemos dicho, Wagner es el que extiende la fama de la leyenda, pero adaptándola; si tomamos los escritos del siglo XIII, podemos decir que la historia es la siguiente:
            Sigfrido o Sigurd es el hijo de Segismundo y Sieglinde, en la corte de Xanten, cerca de la desembocadura del Rin. A medida que crecía fue convirtiéndose en un caballero de empresas legendarias, siendo considerado como el más fuerte de aquellos tiempos.
            Al mismo tiempo, Gunther reinaba en Burgundia, un reino rico y fértil atravesado por el Rin, desde la ciudad de Worms. Este rey tenía dos hermanos, Gernot y Giselher, y una hermana, Crimilda, considerada como la más bella y bondadosa del reino.
            El destino comienza a actuar cuando la princesa tiene un sueño que cuenta a su madre, Ute: dos águilas se abalanzan sobre un halcón y lo destrozan con sus garras, lo que la reina interpreta como que el halcón era un apuesto caballero al que Crimilda habría de amar y las águilas un peligro mortal que lo amenazaba.
            Volvemos de nuevo a Sigfrido: enterado de las prendas que la princesa burgundia poseía, quiso tenerla por esposa, por lo que partió hacia la corte de Gunther con una escolta de doce caballeros.
            Es en este momento cuando hace su aparición Hagen de Tronje, un vasallo del rey, que reconoce el emblema de la corte de Xanten y narra a su monarca una de las historias que se cuentan sobre el héroe.
            “Un día, mientras cabalgaba solo por el bosque, Sigfrido se encontró con los dos hijos del rey Nibelungo, que disputaban para repartirse la herencia, el famoso tesoro de los nibelungos, el pueblo de las nieblas. Ambos acudieron a él para solicitarle que los pusiera de acuerdo, pero no lo consiguió, porque finalmente los hermanos acudieron a las armas. En un arrebato, el príncipe recogió una pieza del tesoro que yacía cerca, la mágica espada Balmunga, y con ella mató a los dos hermanos.
            Sin embargo, el grueso de las riquezas estaba escondido en una cueva y custodiado por el temible dragón Fafnir. Para poder hacerse su dueño, el monstruo debía morir y en ello se empeñó Sigfrido, armado con la legendaria arma. En el combate quedó empapado de sangre de la criatura, llegando una gota a su lengua, lo que le dio el don de comprender el lenguaje de los animales: un pájaro le dijo que si se bañaba en la sangre del dragón se convertiría en invulnerable, lo que el héroe hizo prestamente, aunque el destino volvió a intervenir: durante aquel baño una hoja cayó entre sus hombros, dejándola sin tocar por el fluido vital y, por tanto, abierta a un golpe mortal…
            Aún quedaba otro guardián, el enano Alberico, que poseía una capa o caperuza que lo hacía invisible. El príncipe consiguió coger un extremo y arrancarlo del cuerpo de su atacante, que se rindió y se ofreció a servirle como esclavo”.
            Entre festejos y concursos, Crimilda se enamoró de Sigfrido; y cuando a Gunther le llegaron noticias de que Ludegar de Sajonia y Ludegast de Dinamarca se habían aliado contra él, el héroe se ofreció a mandar una tropa contra los invasores, a los que derrotó y presentó prisioneros ante el rey burgundio.
            Algún tiempo más tarde el monarca decidió tomar esposa: había oído hablar de que en una isla inhóspita, en el extremo septentrional del mundo, vivía la reina Brunhilda, señora de Islandia, quien desafiaba a sus pretendientes a tres pruebas; y quien no las superara moriría.
            Sigfrido recordó entonces un episodio de su juventud, durante el que cruzó unas llamas que ocultaban el lugar en el que Brunhilda había sido apresada por el dios Wotan (Odín). Se trataba de una valkiria, una de las que recogen a los muertos en combate para llevarlos al Valhalla, que había sido castigada por desobedecer a su dios al prolongar la vida de un héroe destinado a morir. El príncipe la había liberado y se había enamorado de ella, regalándole un anillo tomado del tesoro de los nibelungos.
            Pero aquellos recuerdos se habían difuminado, y ahora amaba a Crimilda. Sabiendo de la naturaleza de la mujer, aconsejó a Gunther que no se enfrentara a ella, pero fue inútil: poco después partían hacia Islandia.
            Con la ayuda de Sigfrido, invisible gracias a la capa de Alberico, el rey superó las tres pruebas (un duelo con la reina, lanzamiento de una pesada piedra y concurso de salto), y Brunhilda aceptó ser su esposa. Por si el pueblo de la valkiria decidía poner algún impedimento, Sigfrido se trasladó al pueblo de las nieblas y regresó con mil nibelungos para escoltar a Gunther.
            Una vez en Works, durante los preparativos de la boda, el héroe pidió a su rey la mano de Crimilda, que se la concedió con mucho agrado. Ambos matrimonios se celebraron a la vez en la catedral de Worms.
            Brunhilda no había olvidado la promesa de Sigfrido, y no aceptaba su unión con Gunther: llegó incluso a apartarlo de sí y atarlo para humillarlo. Mortificado, el rey pidió ayuda al príncipe y éste le aconsejó que le dijera a su esposa que se había dejado vencer, pero que podía vencerla igual que lo había conseguido en Islandia. Invisible de nuevo, ayudó al monarca a doblegar a la feroz valkiria. Durante la lucha, Sigfrido se queda en la mano con el cinturón y el anillo de la mujer y, en una decisión muy poco prudente, al no poder restituirlos sin desvelar el engaño, se los regala a Crimilda.
            Pasado un tiempo de calma y tranquilidad, surge una disputa entre Brunhilda y Crimilda al ensalzar cada una de ellas a sus respectivos esposos; ésta última, llena de despecho, confiesa lo ocurrido y enseña los regalos de su marido; a partir de aquel momento, se genera en el pueblo una corriente de odio hacia su princesa por la humillación a la reina y, sobre todo, hacia Sigfrido por la humillación sufrida por Gunther al no ser capaz por si mismo de doblegar a la valkiria. Quien más inquina mostró fue Hagen de Tronje, desplazado del favor real por el héroe, que se confabuló con Brunhilda, transformado su amor hacia Sigfrido en odio.
            A pesar de los reparos de los hermanos de Gunther, quien también deseaba lavar la afrenta, se tramó un plan para acabar con el príncipe: organizaron una cacería durante varios días, en los que la sombra del traidor vasallo permanecía permanentemente tras su víctima, esperando pacientemente el momento, que llegó cuando pararon junto a un río y Sigfrido se inclinó para beber: Hagen tomó la lanza y la clavó con fuerza en la espalda, en el lugar en que la hoja de tilo había impedido que la sangre de Fafnir tocara la piel. Ésa fue la muerte del héroe.
            Cuando vio a los nibelungos con el cadáver de su esposo, Crimilda sufrió un dolor indescriptible, que se transmutó en odio al recordar el sueño que había tenido años atrás: no dudó que había sido víctima de una traición, ni creyó las palabras de su hermano Gunther. Y sus sospechas aumentaron cuando, al entrar Hagen en la estancia donde se exponía el cadáver, la herida se reabrió de inmediato y comenzó a sangrar.
            Después de que los nibelungos se hubieron marchado de Worms sin poder vengar la muerte de su señor, la viuda comenzó a fraguar su venganza. Esto exigía que se reconciliara con su hermano, cosa que aceptó cuando Gernot y Giselher se presentaron como heraldos de paz ante ella.
            Lo primero que hizo fue recuperar el inmenso tesoro de los nibelungos y distribuirlo entre el pueblo y los feudatarios, recuperando así el favor que había perdido cuando se descubrió el engaño de Gunther y Brunhilda. Hagen se dio cuenta de lo que tramaba la mujer, y en un descuido se lo robó, escondiéndolo en el fondo del Rin.
            Los años pasaron y la venganza se le escapaba a Crimilda de entre las manos, hasta que supo de Atila, el rey de los hunos, quien en la lejana Panonia lloraba la muerte de su esposa Helga y buscaba una mujer que en rango no fuera inferior a ella, hasta conocer de la belleza de Crimilda. Envió a un embajador, Rudiger, Margrave de Bechlarn, para pedir su mano.
            Gunther prefería estar a bien con aquel jefe guerrero, pero Hagen sospechaba de la viuda emparentada con él; tras tres días de discusiones, aceptó la propuesta y Crimilda partió hacia Panonia.
            La recibió toda la corte de Atila, incluidos el hermano del rey, Bleda, y su más poderoso feudatario, Teodorico, el rey de los ostrogodos.
            De aquel matrimonio nació un hijo, Ortlieb.
            Con el tiempo, la hora de la venganza llegó para Crimilda: convenció a su marido para que invitara a los burgundios a una reunión familiar. Gernot y Giselher estaban entusiasmados por la idea, pero Hagen desconfiaba de las intenciones de la mujer; por fin, el rey aceptó y se desplazó hasta Panonia con un numeroso séquito.
            Al cruzar el Danubio, dos sirenas le hicieron una predicción: ninguno de los burgundios volvería a ver las murallas de Worms.
            Al llegar a la corte de Rudiger de Bechlarn fueron agasajados, y Giselher encontró el amor en la hija del feudatario de Atila, Frida. Gunther pidió la mano de la princesa para su hermano, y su anfitrión se la concedió, sugiriendo que las nupcias se celebraran a la vuelta de la corte del huno.
            Cuando llegaron a la Corte del monarca guerrero, Crimilda no saludó a nadie excepto a Giselher, viendo llegado el momento de poner en marcha sus planes.
            Durante los festejos, Atila presentó al pequeño Ortlieb en el momento en que un soldado ensangrentado irrumpía en la sala para anunciar que los burgundios habían sido aniquilados en sus acuartelamientos por los hunos, desatando el caos: Hagen decapitó al pequeño y, mientras Crimilda, Atila y Teodorico se ponían a salvo, estalló el combate.
            Los burgundios se hicieron fuertes en el palacio, sin que los hunos consiguieran vencer sus defensas; y ni siquiera la oferta de Crimilda y Atila de que salvaran la vida entregando a Hagen hizo que Gunther rindiera sus armas.
            Tras varios días de batalla, tan sólo Gunther y Hagen sobrevivieron, siendo vencidos por los ostrogodos de Teodorico.
            Fueron conducidos ante Crimilda: Gunther fue decapitado en el momento, mientras que la reina se reservó el derecho de acabar con la vida del traidor que había dado muerte a su amado.
            Ante tal carnicería, Hildebrando, un capitán godo, demostró su ira al ver cómo un valiente guerrero era ajusticiado de forma tan cruel, por lo que golpeó de muerte a Crimilda.

            Como puede comprobarse, esta historia difiere de la que se conoce habitualmente en algunos puntos:
  • Sieglinde huye de la muerte a través del bosque y da a luz en la fragua del enano Mime, muriendo en el parto y haciéndose cargo este herrero de los cuidados del pequeño Sigfrido, que crecerá sin miedo a nada y de forma amoral y caprichosa, desdeñando incluso los cuidados de su padre adoptivo, que siendo un cobarde como es, lo utilizará para acabar con el dragón Fafnir y hacerse con el tesoro de los nibelungos que perdió su hermano Alberico a manos del gigante convertido en dragón, recomponiendo en su fragua la fabulosa espada Balmunga.
  • En algunos textos, Hagen de Tronje es sustituido por Gutorm, otro hermano de Gunther.
  • Otro cambio es el relativo a los sentimientos entre Sigfrido y Crimilda: el héroe sigue amando a Brunhilda, por lo que la princesa encarga una poción que le borre esos recuerdos.
  • Al día siguiente de la muerte de Sigfrido, Brunhilda, que aún lo amaba, se suicida.
  • Tras la destrucción del pueblo burgundio, Crimilda embriaga y mata al mismo Atila, arrojándose finalmente a las llamas del palacio, cuyo incendio ella misma provoca.
           

Datos históricos

            Dentro del componente mitológico que se advierte a lo largo de toda la saga (dragones, valkyrias, dioses, sirenas…) se encastra lo que probablemente sea la relación de la caída del reino burgundio. Veamos qué hay de histórico en este cantar:

·         Los burgundios fueron una tribu germánica oriental originaria de Escandinavia, que a partir del año 200 iniciaron una migración masiva hacia Europa central, seguidos por los vándalos, hacia Pomerania (actuales Polonia y noreste de Alemania). Luego se instalaron en la Galia, entre los francos y los alamanes, a orillas del Rin. Establecieron su capital en «Borbetomagus» (actual Worms) y arrebataron «Mogontiacum» (Maguncia) a los romanos.
A principios del siglo V se instalaron pacíficamente en la zona de Provenza, en un área entre las actuales Suiza, Francia e Italia, que por ellos acabaría tomando el nombre de Burgundia (y que más adelante evolucionaria a la actual Borgoña). En el año 534, los francos derrotaron a Gundemaro, el último de los reyes burgundios, y se anexionaron su territorio tras la batalla de Tolbiac.
Como muchas tribus germánicas, se convirtieron al arrianismo, aunque los católicos dominaron tras la conversión del rey Gundebaldo en 500.
  • Suele asociarse a Gunther con Gundikar, rey burgundio alrededor del 413, a quien derrotó el romano Aecio en alianza con los hunos hacia el 437.
  • Todos sabemos quién fue Atila, no creo que resulte necesario profundizar demasiado en ello: “por donde pasaba el caballo de Atila no volvía a crecer la hierba”. Gobernó desde el 434 hasta el 453. Bajo su férula llevaba pueblos ostrogodos, escitas, hérulos, gépidos, sármatas y otras tribus germánicas menores
  • Teodorico, conocido como El Grande, fue rey de los ostrogodos a partir del año 474, haciendo de Rávena su capital y convirtiéndola en un  importante centro artístico y cultural.

Como podemos ver, las fechas coinciden bastante correctamente excepto en un caso, el de Teodorico el Grande, que se sienta en el trono después de haber muerto Atila y casi después de la desaparición del reino burgundio. Una posible explicación a este hecho sería que el nombre fuera asociado al del rey ostrogodo por error, cuando en realidad justo antes de su ascenso al trono hubo otros dos Teodoricos, ambos reyes visigodos:

  • Teodorico I, ¿? – 451, quien formó una alianza con Aecio contra los hunos, venciendo a Atila en el 451.
  • Teodorico II, 453-466, que, por instigación de Aecio, asesinó a su hermano Turismundo para hacerse con el poder.

Si por una parte vemos que cae dentro de la cronología el hecho de que los ostrogodos eran feudatarios de los hunos, también es cierto que no pudo ser Teodorico el Grande quien los guiara en ese momento, sino que quien estaba al mando era su padre Teodomiro, que participó en el 451 en la batalla de los Campos Cataláunicos del lado de Atila. Posteriormente, con el monarca de Rávena, rompieron sus lazos con los hunos y se declararon federados de Roma. Así pues, lo más lógico para la coherencia histórica sería sustituir Teodorico por Teodomiro.


Sigfrido

            Resulta altamente curioso comprobar un detalle poco menos que sorprendente: teniendo en cuenta los datos históricos anteriores, podemos suponer que la saga de los nibelungos está basada en la caída de los burgundios alrededor del 440, por lo cual también podría ser lícito suponer que la figura de Sigfrido podría estar basada en un personaje real… Pero no he encontrado nada que me permita suponer que se haya hecho investigación alguna al respecto.
            Se buscó y encontró a alguien que encaja con el perfil de Robin Hood, a un Rey Arturo mucho más mitificado que el matador de Fafnir e incluso a un mago Merlín que no era ni mucho menos tan mago; pero, al menos aparentemente, no se ha buscado a ningún candidato a la figura de Sigfrido. ¿Por qué? ¿Acaso todo el mundo ha dado por sentado que se trata de un hecho legendario sin ningún asomo de realidad? ¿Es el hecho de mencionar dragones y enanos de las profundidades lo que echa para atrás la investigación? Casualmente, en el mito artúrico tienen gran presencia las hadas o duendes, la mitología británica impregna buena parte de los textos de ese ciclo…
            Personalmente, mi opinión es que, aunque los acontecimientos no se desarrollaran exactamente de esta manera y fueran un compendio de mitología e historia fusionados en una amalgama difícil de separar, el personaje existió y tuvo parte en el destino del pueblo burgundio como una especie de mercenario atrevido y temerario, una figura que destacó por su fuerza y habilidad con las armas. Si históricamente no trascendió fue, probablemente, porque ni emparentó con reyes ni se hizo con corona alguna. Sin embargo, no perdamos la esperanza de que, en algún momento, alguien pueda encontrar una referencia histórica a Sigurd-Sigfrido que lo sitúe de forma definitiva en el siglo V…
            El carácter del héroe varía según el texto que tomemos: si nos fijamos en el resumen expuesto en este artículo, veremos que se trata de un hombre orgulloso, chapado en las reglas más tradicionales de la caballería, con un fuerte sentido de la lealtad y la justicia; sin embargo, si nos atenemos a la versión más habitual, en la que es huérfano y criado por el enano Mime, nos encontramos ante un ser amoral, caprichoso, diríase malcriado por un padre adoptivo que no supo o no quiso enseñarle modales, educación y responsabilidad adecuados; no conoce el miedo, y nada le preocupa excepto su propio egoísmo, hasta el punto de maltratar e incluso matar a quien lo cuidó durante toda su vida. Ambas versiones son contradictorias, por lo cual surge la duda de a cuál habríamos de atenernos a la hora de fijar el personaje de Sigfrido. Si bien el caballero pertenece al documento refundido del siglo XIII, la imagen del niño criado en la selva nos remite a la figura del salvaje que más adelante harán triunfar Burroughs con Tarzán o Kipling con Mowgli, una figura que parece surgir de la noche de los tiempos y, además, en un contexto mitológico que nos hace suponer que se trata de una versión anterior a la medieval. Así pues, resulta fácil sospechar que nos encontramos ante un hombre que, de existir, probablemente hizo su camino a golpes de espada, un mercenario como ya habíamos mencionado cuya única preocupación no era otra que venderse al mejor postor y cumplir sus deseos al momento.
            El ciclo trasmite un concepto básico muy propio de la época en que se compendió, allá por el siglo XIII: el del honor, traducido en la fidelidad absoluta al señor o a la persona a quien se entrega la confianza, la idea de la venganza contra quien ha traicionado esa confianza y, sobre todo y por encima de cualquier aspecto, la idea del destino ineludible, de un sino al que nadie puede escapar por más que lo intente: Sigfrido había de llegar a Worms para crear el caldo de cultivo adecuado para su caída, y después morir para que tal destrucción llegara a su término.
            Y llegados a este punto nos encontramos con algo que ya hemos mencionado en otros artículos: la idea de un poderoso arquetipo que promueve drásticos cambios en el mundo, algo que parece resultar tan inevitable como la muerte: el doce más uno (Sigfrido y sus doce caballeros), el sacrificio del justo para promover el cambio (Sigfrido), la traición (Hagen de Tronje), el amigo fiel que yerra en sus acciones (Gunther), la figura de la enamorada (Crimilda), el objeto de poder (la espada Balmunga o el tesoro de los nibelungos)…
            Lo que me resulta verdaderamente curioso es que este arquetipo parece coincidir casi exactamente en el tiempo con el del Rey Arturo: si el que nos ocupa tiene lugar en el siglo V d.C., el del británico sucede aproximadamente, si hemos de hacer caso a las investigaciones, alrededor del VI d.C. ¿Pudo haberse basado el mito de Arturo en el de Sigfrido? Recordemos que al Rey britano lo engrandece y mitifica Geoffrey de Monmouth en el siglo XII, creando todo el ideal de caballería que conocemos en la actualidad y, tal vez, adaptando la idea del arquetipo antes mencionado a la figura de este hombre.
            Aunque existe otra posibilidad, y admito que ésta es meramente especulativa, sin ningún dato que la avale: que este proceso sea, como ya hemos dicho, ineludible, y se produzca cada cierto tiempo. Rastreando en los mitos e historias, aparecen estas señales una y otra vez, desde los tiempos más antiguos: la mitología egipcia, la mitología nórdica, e incluso Jesús encajarían en dicho ritmo.
            Vistas así las cosas, ¿no sería más lógico suponer que los Eddas estuvieran narrando algo mucho más antiguo que se readaptó a la caída del pueblo burgundio? Si nos fijamos un poco, veremos que toda la leyenda mantiene un fondo de mitología germana pura, sin concesiones a ninguna otra fe, ni siquiera la cristiana que en esos tiempos ya poseía una fuerza importante. Tal vez, y sólo tal vez, podría pensarse que estamos leyendo acerca de unos tiempos legendarios anteriores a Cristo, en los que los pueblos de las profundidades aún interactuaban abiertamente con la humanidad y los dioses (Odín-Wotan) y sus servidores (valkyrias) se paseaban entre nosotros haciendo y deshaciendo a su capricho y antojo.

Literatura

  • Eddas en verso. Son una colección de 34 poemas islandeses, salpicadas con prosa que datan del siglo IX al siglo XII. La mayoría de estos poemas tratan la mitología nórdica. Posteriormente a estas Eddas en verso aparecen las Eddas en prosa. Es el trabajo del poeta e historiador islandés Snorri Sturluson (1179–1241). Esta obra contiene la creación del mundo, varias fábulas mitológicas, un análisis de los poemas antiguos y de las normas que rigen la prosa. En ellas se encuentran dentro de los cantos heroicos las primeras referencias a la historia de Sigfrido.
  • Saga Volsunga, prosa islandesa del siglo XIII. Es una versión más arcaica del tema.
  • El Anillo del Nibelungo, libreto de Richard Wagner. 1848-1874.
  • Los Nibelungos, obra teatral de Friedrich Hebbel de 1862.

Ensayo

  • El Cantar de los Nibelungos, Claude Hill. Alvin Michell, 1984.
  • Edgar Haimerl, Sigurd — ein Held des Mittelalters: Eine textimmanente Interpretation der Jungsigurddichtung, 1993
  • Los Nibelungos, Schdmit Joel. Zulma, 2001
  • Alejandro Casona: Flor de leyendas. Editorial Edaf S.A., 2004.
  • David González Ruiz: Breve historia de las leyendas medievales, 2010.

Ópera, cine, televisión

  • El Anillo del Nibelungo, conjunto de cuatro óperas de Richard Wagner: Sigfrido, El oro del Rin, La valquiria y El ocaso de los dioses 1848-1874.
  • El Anillo de los Nibelungos, de Fritz Lang. 1924
  • El Tesoro de los Nibelungos, de Giacomo Gentilomo. 1957.
  • El Reino del Anillo, miniserie para televisión sobre el anillo de los nibelungos. 2004.
  • Sigfrido, Parodia de Sven Unterwaldt Jr. 2007.

2 comentarios:

  1. ¡Hola! siempre me ha apasionado esta leyenda, como todo lo que proviene de la antigua cultura de la zona nórdica y alrededores. Gracias por compartir toda esta información :)
    ¡Abrazos!

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    1. Me alegro de que te guste el artículo, Dani. Hay más personajes en esta misma línea, como Robin Hoos, Arturo, Merlín...

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