sábado, 11 de julio de 2015

GENGIS KHAN



GENGIS KAN
EL SEÑOR DE LAS ESTEPAS

José Francisco Sastre García

            A lo largo de la historia ha habido gran cantidad de personajes que han poseído el carácter y la idea necesarios para llevar a cabo un proyecto de conquista que ha sacudido el mundo hasta sus cimientos: Alejandro Magno en lo que fue uno de los mayores imperios conocidos, Napoleón y sus sueños de una Europa unificada bajo su mandato, Atila, Julio César y la expansión del poderoso imperio romano, Hernán Cortés y Pizarro, por citar sólo a algunos de los hombres más conocidos que entraron en un territorio absolutamente ignoto como era América y lo domeñaron para la Corona Española…
            No cabe duda de que estos conquistadores creyeron en su sueño, que estaban absolutamente convencidos de su ideal y de que ello los llevó hasta las cotas que consiguieron; fueron, al igual que la figura que vamos a analizar en este artículo, artífices de una leyenda que acabó por mezclarse con la historia y dar lugar a una amalgama de hechos ciertos y de datos apologéticos que con el tiempo se fue haciendo cada vez más difícil de separar.
            Así, en esta ocasión analizaremos la figura del poderoso Gengis Khan, que consiguió unir bajo su égida a las tribus mongolas para lanzarlas al asalto de Asia y crear su propio imperio…

El Personaje

            Nacido en el monte Burjan Jaldún, entre el Norte de Mongolia y el lago Baikal alrededor de 1162 (según algunas versiones, habría sido en Chita) y muerto en Yinchuan el 18 de agosto de 1227 (De nuevo, algunos historiadores señalan como lugar de fallecimiento Gansu), Temuyín (o Temüdyin, según versiones, cuyo significado viene a ser “el mejor acero”) era el verdadero nombre del mongol que llegó a unificar a las tribus nómadas del Norte de Asia para convertirlas en la imparable fuerza que crearía el mayor imperio de la Historia, extendido en su época de mayor apogeo desde Europa Oriental hasta el Océano Pacífico, y desde Siberia hasta Mesopotamia, India e Indochina. El nombre de Gengis Kan le sería asignado posteriormente, cuando se erigió como emperador de los mongoles, término que viene a significar, según la etimología que se use, “Príncipe Universal” o “Señor de los Océanos”
            Provenía de una familia aristocrática y un entorno profundamente feudal: su padre se llamaba Yesugei, y su abuelo Qabul, quien había recibido el título de Kan tras los continuos hostigamientos a que había sometido a los clanes Yurchen del Norte de China.
            Nació de la favorita de Yesugei, Oelon-Eke (podría traducirse como Madre Nube), con una mancha encarnada en la muñeca, que el chamán del clan interpretó como el augurio de que se convertiría en un famoso guerrero.
            A los nueve años su padre, según la costumbre de su pueblo, decidió buscarle esposa y se lo llevó en una larga marcha, atravesando las estepas y el duro desierto de Gobi, llegando a la región en la que habitaban los chungiratos, muy cerca ya de la Gran Muralla. En aquel lugar fue donde encontraron a la que sería su primera mujer, Burte, que le daría los cuatro hijos que recogerían su herencia a su muerte.
            Poco después, cuando sólo tenía diez años su padre fue envenenado por los tártaros: debido a ello su familia cayó en la indigencia, ya que los clanes que apoyaban a Yesugei le retiraron su apoyo: comenzaban en ese instante las luchas intestinas para dirimir sus diferencias con el objetivo de acceder al vacante kanato.
            La familia de Temuyín sufrió una dura persecución, especialmente virulenta a manos de uno de los clanes rivales, los taichi’ut; hubieron de dedicarse a la recolección agrícola y a la pesca. Durante uno de estos ataques fue hecho prisionero por sus enconados enemigos, dirigidos por Tartugai, que se lo llevó a su campamento para venderlo como esclavo, atado por las muñecas y un yugo de madera al cuello. Una noche Temuyín consiguió liberarse: tras derribar a su guardián y aplastarle el cráneo con el odiado yugo, permaneció escondido en el cauce seco de un arroyo hasta el alba. Posteriormente hubo de convencer a un cazador errante para que le liberase de la pieza de madera que aún portaba al cuello y lo ocultase por un tiempo prudente, tras lo cual acabó por regresar al campamento de su familia. Esta hazaña le granjeó fama entre los demás clanes, comenzando así su ascenso, y de todas partes comenzaron a llegar jóvenes mongoles para unirse a él.
            Durante este tiempo el chico comenzó a participar en pequeñas incursiones y razzias, lo que le reportó granjearse amistades sobre todo entre muchachos de su misma edad y situación comprometida: el primero de ellos fue Boghurtschi, con quien consiguió arrebatar a los bandidos tai-eschutos ocho caballos: era la única fortuna de que podía disponer en ese momento.
            Otro de los jóvenes importantes para él de aquellos tiempos fue Jamuga (según versiones, Yamuja), de sangre noble, con quien, al igual que con Boghurtschi, realizó el juramento de “anda” o “hermano jurado”. Según algunos historiadores este juramento ayudó notablemente al futuro emperador a escalar posiciones en la búsqueda del kanato, pero finalmente este juramento acabó por disolverse y ambos acabaron enfrentados.
            Temuyín debía tener un fuerte carisma personal, lo que hacía que fuera aceptado sin apenas oposiciones; a este hecho hay que añadir que la principal fuente de su ascenso, más incluso que la de Yamuja, fue un “anda” de su padre, Togrhul, kan del clan de los keraitas, que lo aceptó como un jefe menor entre los suyos.
            En este entretiempo el futuro conquistador se ha casado: su mujer, Burte, es raptada por un clan merkita. Ahora Temuyín está en una buena posición para reclamar ayuda, por lo que Yamuja se une a su clan y unidos derrotan al clan hostil: la situación del futuro kan se afianza notablemente tras esta ofensiva.
            Posteriormente a estos hechos hubo disensiones entre los dos “andas”, lo que conllevó a una separación entre ellos; Yamuja intentó retirarle su apoyo, pero ya era demasiado tarde: el carisma, la habilidad y las ideas de Temuyín hicieron que muchos de los clanes que habían estado con su hermano jurado se pasaran a sus filas de forma voluntaria, convirtiéndose si no en el jefe más fuerte de los mongoles, sí al menos en uno de los más fuertes.
            A finales del siglo XII, los tártaros se habían vuelto demasiado fuertes y había que controlarlos: el clan chino de los yurchen, que anteriormente los había utilizado para acabar con Qabul Kan, se puso en contacto con el clan keraita para formalizar un tratado mediante el que se unirían para acabar con la amenaza: los clanes mongoles, entre los que se contaban los de Temuyín, atacarían desde el Oeste, mientras que los yurchen harían lo propio desde el Sur.
            Cuando acabó la campaña, los tártaros habían dejado de ser una amenaza y habían acabado por quedar subordinados a los mongoles y los chinos: éstos últimos otorgaron títulos a sus aliados, en los que al parecer se reflejaba claramente que Temuyín estaba subordinado a Toghrul, a quien condecoraron con el título de Wang (rey). Durante este tiempo, las ofensivas contra las tribus vecinas se sucedieron, ampliando su poder y su territorio.
            Yamuja contemplaba la ascensión de su “anda” con recelo y, probablemente, con envidia y celos, lo que motivó que reuniera a su alrededor a todas las tribus descontentas con Temuyín para oponérsele.
            También el Wang-Heang estaba alarmado ante el ascendiente que el futuro Kan estaba adquiriendo: Toghrul, ahora hermano jurado de Temuyín, comenzó a mostrarse reacio a colaborar con él, lo que con el tiempo supuso el final de su asociación. Los historiadores consideran que el principal desencadenante de esta ruptura fue la negativa del rey mongol a dar a su hija en matrimonio a Jochi, el hijo mayor de Temuyín: comenzaba la guerra entre las facciones mongolas.
            Toghrul se alió con Yamuja, creando un fuerte contingente con el que enfrentarse a su enemigo, con éste último al frente, pero no les sirvió de nada: debido a las disensiones internas que parecía haber entre los diferentes clanes, cuando llegó el momento de la batalla decisiva muchas de estas tribus se pasaron al lado del futuro conquistador, lo que conllevó la derrota de los aliados contra Temuyín.
            El clan keraita había dejado de ser poderoso e independiente, y ahora se veía sometido sin contemplaciones al poder del nuevo señor de los mongoles. Yamuja, por su parte, había conseguido huir con parte de sus seguidores y se había sometido a otra de las más influyentes tribus, los naimanos, pero la suerte siguió dándole la espalda: también éstos cayeron ante la fuerza de Temuyín, en parte debido a que de nuevo varios de los clanes optaron por pasarse al poder en alza que demostraba el hijo de Yesugei.
            Si nos atenemos a lo que nos cuenta la Historia Secreta de los Mongoles, tras esta derrota dos generales de Yamuja lo entregaron a su antiguo “anda”: tal y como asegura Julio César, “Roma no paga traidores”, y así precisamente lo hizo Temuyín con los dos oficiales: considerando que igual que habían traicionado a su señor podían hacerlo con él, mando ejecutarlos sin contemplaciones.
            Parece ser que el futuro emperador ofreció a su hermano de sangre el perdón, precisamente en consideración por ser tal, pero Yamuja lo denegó: “como había un solo sol en el cielo sólo podía haber un Señor de la Tierra”, así que le pidió que su muerte fuera noble, esto es, sin sangre. Temuyín aceptó la petición y en 1206 ordenó que a su hermano de sangre le rompieran la columna vertebral.
            Aún quedaban restos de clanes rebeldes: los merkitas, que habían sido aliados de los naimanos, persistían en su negativa a someterse, por lo que Temuyín envió contra ellos a un miembro de su guardia personal, Subotai, que los derrotó y obligó a aceptar la hegemonía del emperador. Con el tiempo, este hombre llegaría a convertirse en el más brillante comandante de las hordas mongolas.
            Tras la unificación final de los clanes mongoles, en 1206 se celebra una juriltai (reunión) a la orilla del río Onon. Parece ser que éste es el punto de inflexión que lleva al líder de clanes a convertirse en emperador: es en este momento cuando recibe el título de Khaqan, y se le da al apelativo por el que será mundialmente conocido: Gengis Kan. A partir de este momento, lo que no eran más que tribus dispersas de orígenes diversos pasan a ser conocidas de forma genérica como mongoles, y es posible incluso que la Yassa (el severo código mongol que sirvió de base para estructurar las sociedades civil y militar) fuese promulgada en esta misma reunión.
            Después de este importante punto clave en la historia del Kan, éste ordenó que todos los esclavos mongoles fueran liberados, siendo sustituidos posteriormente por otros de origen chino y persa, cuando se lanzó sobre ellos. Al mismo tiempo, ordenó crear escuelas de medicinas a cuyo frente puso, inicialmente, sabios chinos, y más tarde a sus homólogos persas. La que podría ser considerada como la capital del naciente imperio fue establecida en Karakorum, a la sazón poco más que una guarnición fortificada, cuyo nombre viene a significar Muralla Negra o Muralla del Norte, situada a unos 380 km. al Norte de Ulan Bator.
            En 1207 emprende la campaña contra los oirates y los kirguises, a quienes somete sin apenas problemas; y un par de años después, hace lo propio con los uighures. Una vez asentados de forma definitiva los límites de su territorio, se lanzó a la verdadera expansión, a la conquista de las civilizaciones sedentarias que colindaban con Mongolia.
            Se barajan varias hipótesis acerca de la motivación que llevó a Gengis Kan a tomar esta decisión, aunque lo más probable es que se trate de una combinación de todas o buena parte de ellas. Las más aceptadas vienen a ser las siguientes:
o   En el siglo XIII tuvo lugar en Mongolia una fuerte explosión demográfica, en la que se llegó a la nada desdeñable cifra de dos millones de mongoles, a los que había dar salida de alguna manera.
o   Parece ser que por la misma época tuvo lugar una desecación de los pastos, lo que pudo traer como consecuencia que estas poblaciones se vieran empujadas a buscar nuevos territorios por los que extenderse
o   Con todo, la teoría que se considera más probable y que ofrece una explicación altamente razonable a esta expansión es la que se basa en la propia estructura de los clanes y su idiosincrasia: tratándose como lo era de un pueblo guerrero, las tribus de las estepas estaban unidas principalmente por la vía militar, era la fuerza la que verdaderamente ostentaba el liderazgo; había que dar a esa federación un objetivo claro, pues de lo contrario la coalición de tribus se disolvería aún más rápidamente de lo que se había formado, como ya había sucedido más veces. Por tanto, resultaba absolutamente necesario buscar y nombrar un enemigo común; si se le podía aumentar el añadido de que su presa proporcionara abundante botín y riquezas para todos, mucho mejor.
De una manera u otra, Gengis Kan puso sus ojos y su espada en el objetivo más cercano y obvio: China.
Por aquel entonces la gran civilización oriental estaba dividida en cuatro reinos, de los cuales el primer elegido para caer bajo el yugo mongol fue el de Xixia (Hsi-Hsia). Al parecer, por entonces, los pueblos que habitaban estas regiones eran conocidos de forma genérica como chin, término que daría origen más tarde al nombre de la cultura.
Los pueblos fronterizos comenzaban la campaña como aliados de los chin, pero por aquel entonces comenzaban ya a resentirse de su lealtad, por lo que tras un par de duros asaltos decidieron cambiar de bando y unirse a las hordas que entraban en su territorio sin una oposición demasiado fuerte. En este sentido, cabe hacer notar uno de los rasgos del carácter de Gengis Kan, su minuciosidad a la hora de entrar en batalla: no se conformaba con conocer la disposición del ejército enemigo, sino que antes de comenzar la invasión de un pueblo más avanzado desarrollaba una elaborada red de espionaje, apoyada muchas veces en los comerciantes musulmanes, para conocer las características del enemigo al que debía batir.
Una vez tomado el territorio de Xixia, se preparó para afrontar su siguiente desafío: conquistar a quienes habían sido en el pasado sus aliados, los yurchen. Esta primera toma de contacto le dio experiencia para asaltar y tomar ciudades fortificadas.
Según los historiadores esta campaña fue no sólo un conflicto militar, sino que se le dio un enfoque de tipo nacional y racial: los pueblos turco-mongoles se unían bajo la égida del conquistador para ir contra los pueblos que se asentaban en las regiones septentrionales de la civilización china. Así, pueblos como los ongutos o los kitan (ch’i-tan), tradicionales vigilantes de las fronteras chinas, se unieron voluntariamente a la causa mongola.
En 1214, Gengis Kan estaba frente a Pekín, aunque aquél no era su momento y no pudo tomarla: hubo de esperar un año más tarde a que cayera a manos de uno de sus generales, Muqali. El emperador era requerido en el Oeste.
Poco después se produjo una recesión en el proceso de invasión: las hordas mongolas desistieron de avanzar más al interior del territorio chino. Lo más probable es que el propio conquistador comprendiera los riesgos que ello conllevaba: de una parte, el esfuerzo por controlar semejante extensión podría ser excesivo para su ejército, ya que el Sur era mucho más fuerte que el Norte; y de otra, profundizar en las regiones chinas dejaría sus flancos expuestos a los ataques de pueblos nómadas que no habían sido del todo dominados, con el riesgo de que su imperio se quebrara y lo dejara en una posición totalmente vulnerable. En cualquier caso, la conquista del imperio chino hubo de esperar a la llegada del nieto de Gengis, Kublai.
El Kan hubo de retroceder, por tanto, hacia la zona del Altai, con la intención de eliminar núcleos de resistencia merkitas y naimanos que se habían mantenido hostiles hacia él. Al parecer, el líder de éstos últimos, Kuchlug, tras su derrota, se había refugiado en esa región, en el Kanato de Kara-Kitai, y había derrocado a los turcos musulmanes, lo que revirtió en su propio perjuicio: buena parte de los clanes que le habían permanecido fieles se rebelaron y se unieron a las hordas de Gengis. Esto propició que otro de los guardias personales del Gran Kan, Jebe, llegara al Altai al mando de un ejército que barrió al rebelde y anexionara la región, en 1218, al imperio mongol.
En aquel momento, la frontera del poderoso Temuyín había alcanzado los límites del reino corasmio, que estaba gobernado por el shah Mohamed II. Debido a que se trataba de un punto de intercambio comercial muy importante y a que el propio Gengis pretendía abrir un paso libre de mercadería a toda la extensión del floreciente imperio, éste no pareció en un principio que tuviese intención alguna de invadir el reino, sino más bien establecer relaciones con él para estabilizar y aumentar el poderío mongol.
La situación no tardó demasiado en cambiar: el gobernante de Otrar decidió, tal vez por cuenta propia o tal vez por orden del shah, asaltar una importante caravana que regresaba de Mongolia y que, por añadidura, llevaba una misión diplomática mongola, sobre la que existen fuertes sospechas con fundadas razones para pensar que se trataba de espías al servicio del Kan, llevándose todo su contenido y asesinando a todos los miembros; cuando le fue requerida una compensación por tal agravio, el gobernante corasmio se negó en redondo a pagar nada, lo que, unido a la fuerte tentación que suponía tener el control absoluto de las rutas comerciales entre oriente y occidente, motivó a Gengis Kan a declarar la guerra contra los musulmanes y lanzarse a la conquista del reino corasmio.
Una vez más, la punta de lanza de su asalto fueron precisamente los mercaderes, que utilizó para recopilar la información que necesitaba acerca de las disposiciones militares de sus enemigos; a partir de ese momento, abrió tres frentes para la invasión; si además le añadimos que el shah no confiaba demasiado en sus propios hombres debido a rencillas internas, lo que le hizo cometer el error de dividir sus fuerzas en pequeños grupos fáciles de asaltar y masacrar para unas hordas experimentadas como las mongolas, podemos imaginarnos que fue poco menos que un paseo: en cuando las hordas del Kan penetraron en el reino, Mohamed II se dio a la fuga con su corte.
El cuerpo principal del ejército asoló Bukara y la capital, Samarkanda, mientras los otros dos frentes avanzaban por el Norte y Sur, capturando una ciudad tras otra.
Sólo quedaba el heredero del shah para intentar oponerse a los invasores, Jalal Al-Din, considerado como un gran estratega y que ostentaba un gran apoyo por parte del pueblo: cuando consiguió reunir los restos de su ejército, se enfrentó al grueso de las tropas mongolas.
Tal vez hubiera podido frenar a Gengis Kan si no hubiera sufrido el mismo problema que su padre, la inestabilidad interna y las inquinas que brotaban dentro del propio reino: fue totalmente derrotado, y en 1223 los corasmios habían sido definitivamente conquistados. La invasión se desarrolló casi más como un paseo militar, pues poco a poco fueron cayendo los territorios bajo la implacable espada mongola: primero tomó Azerbaiyán, penetrando a posteriori en la Rusia meridional; el ejército mongol era imparable, atravesó el río Dniéper, bordeó el mar de Azov y llegó hasta Bulgaria, bajo el mando de Subotai. Europa temblaba ante el implacable conquistador, hasta que el alivio se extendió por todas partes al ver que la horda se volvía y regresaba hacia Mongolia.
A partir de este momento, el emperador se dedicó a estabilizar el extenso territorio que dominaba: reprimió a los levantiscos y procuró mantener la situación controlada, en especial en la región de Xixia, cuyos gobernantes se habían negado a aportar tropas para la última campaña: los focos de rebelión parecían multiplicarse, y no llegaron a desaparecer y asentarse hasta 1227, fecha en la que fallece Gengis Kan: habitualmente se considera que fue debido a un accidente al caerse de su caballo, aunque hay algunas versiones que hablan de que fue asesinado por una princesa tangut.
A su muerte, el reparto de su territorio se establece entre los cuatro hijos que tuvo de Burta: Yuci, el mayor, recibió las estepas del Aral y del Caspio; a Yagatay se le asignaron las regiones entre Samarkanda y Tufán; Ogodei gobernó las tierras al Este del lago Baikal; y Tuli, el hijo menor, recibió los territorios originales del clan, cerca del río Onón. El Gran Kanato fue entregado al tercer hijo, Ogodei.
Su tumba es uno de los grandes misterios de la arqueología que permanece aún intocado: las investigaciones aún no han dado con ella, aunque hay diversas teorías al respecto, y ninguna corroborada por los hechos. Lo único que parece cierto en este asunto es que no quiso que nadie supiera cuál era el lugar de enterramiento; para preservarlo, la orden fue absolutamente contundente: todos los que participaron o presenciaron el cortejo fúnebre fueron pasados a cuchillo.

            La fama de cruel y despiadado que ostenta le hace una justicia relativa pues, en efecto, pasó a sangre y fuego por las estepas y las ciudades, en algunos casos de forma absolutamente salvaje; sin embargo, también es cierto que se trató de un soberano hábil e inteligente, que consiguió unificar una enorme cantidad de clanes y tribus enfrentadas secularmente entre sí, cortó de raíz el bandolerismo, creó o mejoró con ello las rutas comerciales, mantuvo el respeto hacia las diferentes creencias religiosas de sus súbditos (chamanismo mongol, islamismo musulmán, creencias chinas…) y, en apariencia, lo más contradictorio, sin saber leer y con una cultura y mentalidad netamente guerrera supo valorar la utilidad del lenguaje escrito.

Gengis Kan impuso una estructura militar novedosa para un pueblo como el de los mongoles: si bien como pueblo guerrero todos los hombres se entrenaban para el combate desde muy jóvenes, con el añadido de poseer una larga tradición de jinetes, el conquistador decidió organizarlos para que lucharan de forma más compacta: así, los agrupó por unidades decimales (10, 100, 1.000 y 10.000 hombres), montó una impresionante red de mensajeros para que sus órdenes llegaran fácil y claramente a todas partes, estableció un sistema logístico a cuyo frente situó a unos “comisarios” encargados de suministrar equipos y caballos de refresco…
Su guardia personal estaba formada fundamentalmente por sus hijos y familiares, aunque también había “andas”, hermanos de sangre.
La disciplina era férrea: había que mantener unido al ejército a toda costa y evitar disensiones internas. Para fomentar la unión entre los distintos clanes y pueblos, los mezcló dentro de cada agrupación militar, consiguiendo que la cohesión interna se reforzara al comprender entre ellos que se necesitaban entre sí para llevar a buen puerto la empresa a que se habían lanzado.
            Básicamente se trataba de una tropa de jinetes, con una de las unidades más temidas de la época, los arqueros montados mongoles, cuyas flechas, lanzadas por los potentes arcos cortos de que disponían, poseían una pieza en su parte trasera que silbaba durante su vuelo; era tal su potencia que podían llegar a atravesar las armaduras. Durante la campaña de conquista de Xixia, Temuyín comenzó a crear cuerpos de ingenieros para realizar los asedios.
            El equipaje de los mongoles era sobrio y adecuado para los viajes que necesitaban, e incluso en ese punto se establecía la disciplina: todo era rigurosamente inspeccionado, castigándose severamente a quienes no tuvieran sus pertenencias en buenas condiciones.
            La formación habitual de combate venía a ser dos líneas de caballería pesada, tras las cuales se encontraban tres líneas de caballería ligera, los temidos arqueros montados, que se adelantaban inicialmente para castigar al enemigo y después se replegaban para dar paso a la devastadora carga de los “caballeros” mongoles.
            Y si bien hasta ahora no se había comentado nada al respecto, cabe decir que Gengis Kan utilizó también la guerra psicológica como forma de dominio sobre los pueblos conquistados, acudiendo en ocasiones al terror: en algunas de la ciudades conquistadas se realizaron matanzas masivas, exhibiendo los cruentos restos de sus “hazañas” para que quienes los estuvieran esperando temieran lo que se avecinaba y minar su moral, volviéndolos más vulnerables ante el avance mongol.
            También jugó muy efectivamente con el factor sorpresa, manteniendo a sus enemigos en la ignorancia de detalles tan fundamentales como su número o intenciones: entre las ideas de montar muñecos de paja sobre los caballos sobrantes o establecer con mas hogueras de las necesarias una extensión de campamento superior a la que realmente poseía, y la enorme movilidad que el ejército tenía, sus enemigos no podían disponer sus efectivos de una forma adecuada para enfrentarse a ellos.

Consideraciones

·      ¿Cómo debemos considerar a Gengis Kan? ¿Como un asesino implacable y despiadado, o como un forjador de imperios que supo ser más inteligente que la mayoría de sus coetáneos?
Evidentemente, hay parte de ambas cuestiones en la biografía que se ha compendiado: cuando se pretende forjar algo tan grande como lo que consiguió este personaje, es inevitable recurrir a las grandes batallas y a las matanzas; es cierto que debió ser un hombre terrible, pero al mismo tiempo debió tener un código de honor y una palabra bastante estrictos: a quienes iba a atacar les ofrecía la rendición o la muerte, y lo debió cumplir a rajatabla más de una vez. Con los uighures, por ejemplo: al rendirse ante él, los integró en su horda y aprovechó sus conocimientos administrativos para estructurar aún más su imperio. O Bamiyán, a la que redujo a escombros por no aceptar la rendición.
También hemos de tener en cuenta algo que ya se ha dicho, y es la cuestión estratégica: un buen conquistador ha de meter el miedo en el cuerpo a aquellos a quienes pretenda invadir, pues de lo contrario encontrará una fuerte oposición que le acarrearía no pocos problemas. ¿Y cuál es la mejor manera? Que vean lo que les sucede a quienes se oponen a sus deseos…
Pero también está la parte de imperio: consiguió que los clanes que luchaban entre sí desde el principio de los tiempos se unificarán bajo su mandato, y que guerrearan juntos contra chinos, persas, europeos… Supo integrar a un pueblo eminentemente guerrero en una estructura férreamente disciplinada y con unas redes comerciales y administrativas realmente eficaces. ¿Cómo pensar que alguien que supo entender el valor de la escritura a pesar de no saber leer no fuera más que un simple sanguinario dispuesto a vaciar el mundo de almas? Parece una visión excesivamente simplista de la situación.
·      Entramos en un terreno un tanto espinoso como es la personalidad de Temuyín: al igual que otros grandes conquistadores, en su mente parece esconderse una especie de bipolaridad que tan pronto lo lleva a ser cruel e implacable como a mostrarse clemente y generoso; al mismo tiempo, detrás de él subyace una especie de idea divina, una aceptación de un destino glorioso que le ha sido anunciado desde el primer momento y que perseguirá a lo largo de toda su vida: pensemos, sin ir más lejos, que al nacer el chamán anuncia, en base a la mancha de la muñeca, que será un gran guerrero. Igual le sucede a Alejandro Magno, a quien se le anuncia su destino, o a Juana de Arco (salvando las distancias) con las voces que oye en su niñez…
·      A este respecto, deberíamos pensar un poco acerca de las hazañas de Gengis Khan: evidentemente, la historia marca claramente el derrotero que siguió su camino, los combates que luchó y ganó sin perder uno solo, etc., pero la leyenda está ahí y es probable que algunos apartados de la historia no sean sino inventos destinados a engrandecer aún más la figura del emperador. Así, al principio de su vida, cuando apenas cuenta alrededor de diez años, tras la pérdida de su padre y la caída en la miseria de su familia, es capturado por el clan taichi’ut y arrastrado al campamento fuertemente encadenado; se libera, utiliza su yugo para acabar con su guardián y regresa junto a los suyos en un alarde que parece más propio de una película que de la realidad, una hazaña que servirá para que los muchachos de su edad comiencen a rondar a su alrededor como moscas.
·      Esto nos lleva a pensar que, al mismo tiempo, Gengis Khan debía poseer un notable carisma: cierto es que en general solemos ser bastante veletas y arrimarnos al sol que más calienta, pero también lo es que, desde el primer momento en que nuestro personaje comienza a destacarse todos los clanes se unen a él con una facilidad y voluntariedad asombrosas: si no fuera porque es absurdo, casi podría decir que los hipnotizaba para que lo siguieran sin rechistar…
De hecho, éste es otro punto en apariencia común a todos los grandes conquistadores de la historia, su capacidad para conseguir que todos giren en torno a ellos y acaben por tomar posiciones polares: o lo adoran y lo siguen hasta la muerte, o lo odian y lo combaten igualmente hasta la muerte.
·      Respecto a la tumba de Gengis Khan, ya se ha comentado que aún no ha aparecido, y que hay varias versiones acerca de su ubicación, algunas más fundamentadas que otras; el hecho de que este conquistador, igual que muchos otros de la antigüedad, decidiera que nadie debía saquear las riquezas con las que iba a ser enterrado ni profanar su cadáver, no ayuda nada a la hora de averiguar cuál es el lugar correcto para buscar.

Bibliografía

·      Historia secreta de los mongoles. ¿1228? – s. XIV (versión más antigua de que se dispone, en chino).
·      Gengis Khan, Lamb Harold. 1927.
·      Genghis Khan y el nacimiento del mundo moderno, Jack Weatherford 2004.
·      Genghis Khan: Vida, Muerte y Resurreccion, John Man. 2006
·      Breve Historia de Gengis Kan, Borja Pelegero Alcalde. 2010.

·      Gengis-Kan (1939), Batu (1941) y Hasta la última mar (1954), Vasili Yantchevetski (Vasili Yan).
·      Gengis Kan, el Soberano del Cielo, Pamela Sargent. 1998.

·      Internet
o   Wikipedia
o   Biografias y vidas.com
o   Sobrehistoria.com
o   Portalplanetasedma.com.ar
o   Loqueyotediga.net

Filmografía

·      Gengis Khan, Documental de Canal de Historia.

·      La Princesa de Samarcanda, George Sherman (Marvin Miller). 1951.
·      Gengis Khan, Lou Salvador (Manuel Conde). 1952.
·      Kizil Tug – Cengiz Han, Aydin Arakon (Turan Seyfioglu). 1952.
·      El Conquistador de Mongolia, Howard Hughes (John Wayne, susan Hayward). 1956.
·      El Rey de los Mongoles, Tai Kato. 1959.
·      Gengis Khan, Henry Levin (Omar Shariff). 1965.
·      Gengis Khan, Ken Annakin (Charlton Heston). 1992.
·      Gengis Khan. A Proud Son of Heaven, Mailisi Saifu (Mu Deyuan). 1998.
·      Gengis Khan: to the Ends of the Earth and Sea, Takashi Torimachi. 2007.
·      Mongol, Sergei Bodrov (Tadanobu Asano). 2007.




4 comentarios:

  1. Hola! te sigo por la iniciativa "granitos de arena" soy Red Smoke, pero debido a que llegue a los 300 seguidores, tuve que usar mi otra cuenta para comenzar a seguir, por eso te aparecere como Winter Black.

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    1. Buenas tardes, Red Smoke. No hay problema, yo también estoy siguiendo tu blog, Encantado de conocerte, nos iremos leyendo...

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  2. Hola, te sigo por granitos de arena. Y la verdad es que me parece muy curioso tu blog, nunca había visto uno de esta temática, así que estaré pendiente de las actualizaciones.

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    1. Buenas noches, y muchas gracias por tu seguimiento. Como has podido comprobar, toco diferentes temas, aunque todos elloos más o menos relacionados con el mundo de la literatura... Espero que te guste. Yo estoy todavía dando seguimiento a la gente de la iniciativa, hay unos cuantos que se me resisten, jejeje...

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